La primera década del siglo XX fue propensa a los sueños novelados, a la descomposición de la realidad: Chesterton publicó "El hombre que fue Jueves" en 1907, obra cumbre del relato onírico, situándose al frente de una escuela de autores británicos que asumían el fin de la era victoriana con un repliegue sobre sus propias fantasías, a menudo cargadas de malos presagios (Arthur Machen, Lord Dunsany, William Hope Hodgson y una maravillosa pléyade de soñadores); un vacío se apoderó también de Francia pero las mayores transformaciones, las más decididamente mórbidas, iban a producirse en lengua alemana.
En la Viena anterior a la I Guerra Mundial se dio la paradoja de que este tipo de narrativa se desarrollase bajo la mirada atenta y analítica de doctores: Arthur Schnitzler por ejemplo, quien en 1915 publicaba "Traumnovelle", "la novela del sueño", el texto que un siglo después inspiraría a Kubrick para rodar "Eyes Wide Shut". También en Alemania Hanns Heinz Ewers formulaba sus propias pesadillas. En Praga, serían Kafka y Gustav Meyrink quienes llegaron más lejos que nadie.
De los alrededores de la capital de Bohemia procedía también Alfred Kubin (1877-1959), joven ilustrador inicialmente adscrito al movimiento expresionista (formó parte de la primera exposición del grupo Der Blaue Reiter en Múnich, junto a Paul Klee), probablemente un poco aburrido y neurasténico, firmante de una única novela de éxito, "Die Andere Seite", de la que este año se cumple el centenario.
"La otra parte", o "El otro lado" como también ha sido traducida, arranca como un relato de aventuras al uso: el protagonista es instigado por un antiguo amigo de instituto para que abandone su empleo y traslade su residencia a la ciudad del sueño, un lugar del que apenas sabe que se encuentra enclavado en algún punto de Oriente; allí los utensilios manuales están prohibidos, así como cualquier concesión al progreso y a la técnica; los edificios han sido traídos piedra por piedra del exterior; enormes murallas circunscriben el laberinto de calles, aislando por completo a unos habitantes que parecen embrujados por un singular nerviosismo y se limitan a errar bajo un cielo en claroscuro, mientras ejecutan mecánicamente los actos más extraños (gritarle al reloj de la torre del Ayuntamiento, etc). Una pesadilla con tintes de esquizofrenia, demasiado precisa en sus descripciones como para no sugerir los terribles guettos y asedios llevados a cabo por austríacos y alemanes tan solo una generación más tarde.
Bordeando la ciencia ficción, argumentalmente "Die Andere Seite" se asienta sobre dos pilares: por un lado E.T.A. Hoffmann, con su fascinación por los poderes ominosos que habitan el subconsciente, sus mutaciones y sus alardes grotescos (por ejemplo, uno de los personajes de la novela es un enorme simio, que actúa como un hombre más); por el otro Kafka, con el que Kubin desarrolló una cierta amistad, en cuanto a atmósfera -todo es pardo y gris en la ciudad del sueño- y en su tirón hacia lo absurdo.
En este sentido Kubin refleja un desgarro íntimo, que es en cierta manera el de su época, puesto que si bien como dibujante se adscribe a las corrientes de vanguardia y apunta maneras surrealistas (Dalí reconoció su influencia, también inmensa en todo el cine expresionista alemán), por otro lado como escritor le resulta imposible desprenderse del pasado inmediato, en este caso la influencia gótica y decimonónica.
Reaccionario de corazón, hastiado de la burocracia y del imparable progreso técnico y militar -un poco como Lovecraft al otro lado del Atlántico: es interesante señalar que a sus estudios de arte en Múnich le preceden diversos ataques de ansiedad y un intento de suicidio- Kubin nos parece hoy un tanto ingenuo en cuanto a estilo; pero su propósito de oponer torrentes de espectral oscuridad al entusiasmo de los manifiestos futuristas, publicados ese mismo año de 1909, resulta lo bastante decidido y extremo como para seguir llamando la atención hoy casi tanto como entonces.
Kubin se mantendría discretamente retirado del fragor de las dos guerras mundiales, en un castillo de Zwickledt, en Austria, ilustrando volúmenes de autores casi siempre relacionados con su visión (Kafka, Poe, Meyrink, Hoffmann, y así hasta setenta volúmenes hasta la fecha de su muerte) y desarrollando fantasías de inspiración propia cargadas de sexualidad, extrañeza y muerte, lo que no fue óbice para que ocasionalmente volviese a la literatura, escribiendo más relatos ("Historias burlescas y grotescas"), poesías y una suerte de autobiografía, "Gabinete de curiosidades", publicadas en España por la editorial Maldoror.
Ernst Wilhelm Bredt , Alfred Kubin
E-book in German, 1922
“Gabinete de curiosidades” (fragmento en pdf)
8 comentarios:
guapísimo. Un millón de gracias por el descubrimiento. Cada día mejor...
Danke, Herr!
Para mi un desconocido, se agradece el aporte a la cultura. La oscuridad de sus imagenes son sorprendentes, la aparente ingenuidad es solo falta de estilo, pero quizás sea éste lo mejor de su fuerza. Ingenuo pero crudo, poco sensual pero culto, indeciso pero ensimismado... etc.
El anterior comentario es de Anthony Alvarado, Coro, Venezuela
Herr Formica, paseo y veo que subió un link hacia Die andere Seite, pero no puedo acceder. Quizás tiene una copia y podría reenviarla o subirla o algo? Porque es imposible conseguirla...
Como siempre, muy agradecida...
El nuevo vínculo lleva a Scribd; es un escaneado en bruto de la edición 80s de Siruela, a estas alturas descatalogadísima, que encontré en algún sitio que ya no recuerdo. Yo la leí en Ed.Minotauro pero tampoco figura en catálogo. En Iberlibro se dispara a los 50 euros (!). Quizá Valdemar en un futuro próximo... Saludos elafer.
Excelente! Le daría un abrazo, si pudiera! Ya lo estoy bajando.
Mil gracias!
"Una pesadilla con tintes de esquizofrenia, demasiado precisa en sus descripciones como para no sugerir los terribles guettos y asedios llevados a cabo por austríacos y alemanes tan solo una generación más tarde."
pfff... ¿quién era nostradamus?
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