INTERVIEW: HAROLD LLOYD

"La acción es lo que importa": Harold Lloyd sobre el rodaje de "Safety Last" (1923) - Columbia University's Oral History Research Office, 1959

Una tarde caminaba por la Calle 7 en Los Angeles, y vi que en una esquina se agolpaba un montón de gente. Pregunté y me dijeron que alguien se disponía a escalar la fachada del edificio. Era un edificio de diez plantas. Me quedé allí con cierta curiosidad, y llegó el tipo y lo presentaron al público, él hizo un par de comentarios, etc., y luego procedió a escalar el edificio. Había escalado dos pisos y se disponía a llegar al tercero, cuando empecé a sentir lástima por él, pensé: “no va a conseguirlo, es un edificio muy difícil de escalar”. El tipo alcanzaba una ventana, luego otra, y otra. No sé cómo lo conseguía.

Como soy un poco gallina, cosa que salta a la vista, seguí andando hasta el final de la calle. No quería ver cómo se mataba. Pero la curiosidad me pudo, así que cuando había recorrido la manzana giré la esquina y me quedé fuera de su vista. Me asomaba una y otra vez para ver hasta dónde había llegado. A mi alrededor había mucha gente también porque a esas alturas se había formado una gran multitud en toda la calle.

Lo vi escalar el edificio entero, pero así, mirando sólo a ratos, hasta que terminó. Llegó arriba y resultó que tenía allí una bicicleta con la que se puso a recorrer el borde del edificio. Llegó hasta el mástil de la bandera que ondeaba allí y se detuvo con la cabeza levantada. Bueno, me produjo tal impresión, y me alteró hasta tal punto que pensé que si fuera posible hacer eso frente a una audiencia --si capturara esa sensación en la pantalla quiero decir-- sería algo nunca visto antes.

Así que volví sobre mis pasos, subí al tejado, dije quién era yo y pedí que me presentaran al joven. Le di una tarjeta pidiéndole que pasara a verme por los Hal Roach Studios, que nos gustaría hablar con él, porque teníamos una idea que podía resultar beneficiosa para ambos.

Cuando vino al día siguiente le expliqué la idea a Hal. Por supuesto, Hal era alguien que sabía reconocer una idea inmediatamente. Era un maravilloso hombre de ideas. Así que hicimos firmar al joven y nos dispusimos a ejecutarla, con esa idea en mente de hacer una historia sobre un hombre-mosca. Lo gracioso es que firmó con nosotros pero no arrancamos hasta un mes después o más... cuando él insistió.

Por supuesto, estaba claro que no le haríamos repetir aquello. Nos interesaba conservarlo de una pieza. Él dijo: "Conozco un edificio de tres plantas, será coser y cantar. Lo cierto es que necesito dinero..."

Así que pensamos, "vale, tres plantas está bien". Le dimos permiso, y cuando lo hizo, se cayó desde el primer piso y se rompió la pierna.

Creo que fue un mes después de esto, todavía cojeaba, y pensamos, "bien, ya podemos volver a intentarlo", porque realmente queríamos que apareciese en la película. Iba a ser mi colega en la película. Lo habíamos hecho actuar y no lo hacía mal. Parecía responder bien a lo que buscábamos. Le pusimos el apodo de Limpy Bill ("Bill el Cojitranco"). Lo dejaríamos así tal cual con su cojera. Era un buen personaje. Haría el papel de un trabajador de una fábrica de acero amigo mío que se veía arrastrado a todo el jaleo por mi culpa.

Pero, hablando del final de la mecánica de “Safety Last”…recuerdo a un redactor, alguien de la prensa, al que yo conocía bien, que vino y me dijo, "Vaya, Harold, creo que has logrado un efecto maravilloso. Y eso que yo sé que te encontrabas sólo a dos pies del suelo".

Yo le respondí: "Pero qué dices. Estábamos tan altos como te ha parecido en la película. Cuando estábamos a cuatro pisos, cuando estábamos a diez pisos de altura, te aseguro que lo estábamos. Cuando ves las escenas de la gente abajo, realmente estaban a esa distancia".

Mira, no soy tan loco como para escalar la fachada de un edificio. No tengo la habilidad de ese hombre-mosca. Lo que hicimos fue construir plataformas. Estaban a veinte pies por debajo, lo cual es una respetable distancia. Y no tenían protecciones a los lados. Pusimos tantos colchones como fue posible, haciendo que la plataforma fuese lo más grande que pudimos, pero había un límite para eso. En consecuencia, cuando subías allí, te llevabas la impresión de que la dichosa plataforma era tan grande como un sello de correos. Significaba que, de pasar algo imprevisto, tenías que procurar alcanzarla de un salto, porque si te desviabas era el fin de la película.

- ¿Te caíste alguna vez?

Caer, lo que se dice caer, no, pero en una ocasión pensé... Creo que tuve que agarrarme. Que yo recuerde sólo pasó una vez. Aunque uno de los chicos que trabajaba allí conmigo, él sí que tuvo que saltar, y tuvo mucha suerte. En esa ocasión de la que te hablo yo estaba allí arriba, creo que alrededor del reloj, y pensé que iba a perder el equilibrio de un momento a otro así que me dejé caer antes. Era mejor hacer eso.

Todo el escenario estaba construido en lo alto. Es lo que hicimos. Comenzamos una plataforma de un piso de altura, construyendo allí los escenarios a su alrededor, que llegaban a unos dos pisos y medio de altura. Luego subimos la plataforma a tres pisos, luego a cinco, hasta llegar al último del edificio, el más alto que pudimos encontrar en Los Angeles.

Lo gracioso es que no rodábamos siempre en la misma calle. Una vez fue en Broadway, otra en Spring Street, y el fondo era en realidad un poco distinto, lo que pasa es que la gente se excitaba tanto que no se daba cuenta. Todavía hoy no notas la diferencia. Estás atrapado por la acción; la acción cobra toda la importancia y el resto no importa tanto.

Hubo una secuencia que nos llevó mucho tiempo. Un mes y medio, o dos meses, debido a que sólo podíamos trabajar a una hora determinada del día. Tenía que ser entre las once en punto y la una. Luego aparecían las sombras, y se habría notado mucho, pero mientras había luz no las advertías. Recuerdo un edificio en Broadway que tenía una gran valla publicitaria, aunque nadie la miraba. En Spring Street no existía ningún edificio con una valla publicitaria.

El cámara, por supuesto, se jugaba el tipo tanto como yo. Estaba en paralelo a mi, y su paralelo también era sobre una construcción que habíamos levantado, a donde debía llegar como podía. Lo curioso es que, cuando empecé a rodar, durante los dos primeros días no hice nada de nada. Esto no era nuevo, vale, pero esta vez era distinto. Sólo el hecho de estar allí arriba me daba mucho vértigo. Tenía esa sensación que te da cuando estás a una gran altura, como si algo desde abajo te incitara a tirarte. Así que tuve mucho cuidado, apenas hacía nada. Pero resulta que cuando dejas de estar quieto y te pones a hacer cosas a esa altura, sobreviene otra situación: te vuelves demasiado confiado. Empecé a caminar como si nada por encima de aquellas plataformas. Los chicos me gritaban, "Lloyd, no era necesario que hicieras eso". Y por supuesto sentían un poco de pánico por mi porque era algo estúpido. Pero yo andaba muy confiado y creía saber lo que estaba haciendo, que en todo caso podía pegar ese saltito a la plataforma con los colchones. No sé si hubiera podido hacerlo tan fácilmente. Pero ahora entiendo a esos tipos que se pasean por lo alto de los grandes rascacielos, justo por el borde, trabajando como si nada. Simplemente han desarrollado demasiada confianza en sí mismos como para llevar el debido cuidado.

- ¿Usaste un doble alguna vez?

Las únicas ocasiones en que utilicé uno fue para realizar algo de lo que yo no era capaz. Si hay que hacer una escena de rodeo o alguna acrobacia que está por encima de mis posibilidades, entonces uso un doble, pero en general sólo para esas cosas.

Recuerdo algo muy gracioso... Cuando hice "Mad Wednesday", trabajando con Preston Sturges, teníamos dos dobles. Recuerda que fue muchos años después. Yo le había dicho, "No pienso hacer ninguna de las acrobacias del guión. Ya ha pasado el tiempo en que podía hacer estas cosas". Así que contratamos a dos dobles, y resultó que --este dato te dará una idea de dónde estaban-- uno tenía una cadena alrededor de su pierna, y la otra enganchada al cuello de un león, y en la película yo aparecía boca abajo, colgando en el aire en lo alto de un edificio de quince plantas sólo sostenido por el león. Por supuesto teníamos una especie de artilugio que sujetaba al león, también. Pero, en cualquier caso, era una escena en la que yo colgaba libremente en el vacío, como un péndulo, con esta pesada cadena en mi otra pierna. Como te digo, ya le había advertido a Sturges que ni en broma contase conmigo.

Miré al doble mientras lo hacía. Era un acróbata excelente, y Sturges se acercó y dijo, "Harold, no se parece a ti en nada. Puedes hacerlo. Lo harás mejor, seguro". Yo miraba al tipo. Él me dijo, "¿te animas a intentarlo?". Y lo hice.

Así es como quedó en la película. Yo observaba cómo los dobles hacían cualquier cosa, y al finalizar la película resultó que no hubo ninguna escena de dobles. Sturges consiguió que yo lo hiciera todo.

Pero en los primeros años yo no tenía esta ventaja. Recuerdo una vez en que salté a lo alto de un barco, hacia atrás, agarrado a un ancla de madera. No me gustaba nada la idea pero tuve que hacerlo. En otra ocasión nos servimos de un funicular, uno de estos trastos muy empinados.

Esto fue en los primeros días, y la parte divertida es que el cámara tenía que filmar desde lo alto, filmando hacia abajo, y cuando fuimos a ver qué tal habían quedado los rollos resultó que daban la impresión de que yo andaba por una acera. No provocaba ninguna ilusión. No tenía profundidad, ni pendiente. Así que volvimos. Me convencieron para repetirla. El protagonista de nuevo parecía sólo cruzar la calle, como un maniquí. No había diferencia. Un maniquí podría haber servido. No parecía una persona. Así que cuando sugirieron que debía rodarse otra vez, se escuchó una pequeña objeción. Me opuse.

En las famosas escenas del edificio en "Safety Last" creo que sólo había un par de escenas que sólo el doble podía hacer, allí donde no existía ninguna plataforma de seguridad. Él quería hacerlo sin ninguna sujeción pero no lo dejé, le pusimos un cable muy fino alrededor. También hubo una que me dio mucho miedo y no quise correr el riesgo. Tienes que hacer gala de cierta tranquilidad para realizar algunas cosas, y en esa ocasión se trataba de otro edificio, uno real, no el nuestro.

Ya ves, lo que hicimos fue elegir un edificio concreto de Los Angeles. Luego cuando levantamos todo el escenario, lo reprodujimos, en realidad era el mismo. Y optamos por uno que tuviera lugares a donde agarrarse.

 

 

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