TOMMY BURNS Vs. JACK JOHNSON


The New York Herald, 28 de diciembre 1908

Por el corresponsal en Sidney, JACK LONDON

En el combate del pasado domingo, los vencedores fueron la corpulencia, la sangre fría, la rapidez, la astucia y la vasta superioridad física. Aunque un hombre blanco desea siempre que gane un hombre blanco, eso no debe ser excusa para no descubrirse ante el mejor, aunque se trate de un negro. Mi enhorabuena a Jack Johnson. Estuvo magnífico, inexpugnable, inaccesible como el Mont Blanc.

¿El combate he dicho? No hubo combate. Ni la reciente masacre de armenios puede siquiera igualar la triste carnicería que tuvo lugar en el Sydney Stadium. El combate, si es que nos empeñamos en llamarlo así, fue entre un pigmeo y un coloso. El espectáculo de un etíope juguetón enfrentándose a un hombrecito blanco. Un adulto, hecho y derecho, dándole de manotazos a un niño díscolo. Un monólogo de Johnson de principio a fin, quien utilizó sus puños al modo de una nana para enviar a Tommy Burns derecho a la cuna --a la cuna o a un funeral, con Burns de difunto y Johnson ejerciendo de dueño de la funeraria, de sepulturero y de sacristán, todo en uno.

No hubo fracción de segundo en los catorce asaltos de la que pudiera decirse que perteneció a Burns. Por lo que al castigo se refiere, nunca alcanzó a devolver un golpe en condiciones. Nunca preocupó al hombre negro. No fue culpa de Burns, de todos modos. Trató en todo momento de salir adelante, excepto cuando ya estaba completamente grogui. Fue algo sin esperanza, absurdo, heroico. Un esfuerzo masoquista, hasta aburrido por su parte; pero una gota de rocío tiene más esperanza de sobrevivir en el infierno que él ante el Gigante Etíope. Goliat derrotó a David, eso estuvo claro.

Por parte de Johnson fue un teatro. Jugó con Burns desde el primer gong hasta el final del combate. Burns fue un pelele en sus manos. Para Johnson, fue como corretear feliz en el jardín de infancia.

"Aquí, aquí, Tahmy", decía, señalándose el lado derecho de su desprotegido estómago, y cuando Burns pegaba, Johnson ni se mostraba afectado ni se apresuraba a protegerse. Por el contrario, dirigía una mirada tranquila y feliz a los espectadores, mostrándole a Burns el otro lado y diciendo: "Ahora aquí, Tahmy"; y cuando Burns le lanzaba un directo, Johnson continuaba regocijándose con su gran sonrisa de oro.

Una y solo una crítica puede hacerse a Johnson. En el round 13 cometió el error de su vida. Debería haber noqueado a Burns. Debería haberlo hecho. Habría sido fácil. En vez de eso, sonrió y le permitió seguir en pie hasta que sonó el gong, y nada más comenzar el round 14 la policía interrumpió la pelea y Johnson perdió así el crédito de un knock-out.

Pero una cosa quedó clara para todo el mundo. Jim Jeffries debe volver de su granja de alfalfa y arrancarle a Jack Johnson la sonrisa de la cara. ¡Jeff, depende de ti!. El Hombre Blanco clama venganza.

 

 WORLD'S
HEAVY-WEIGHT CHAMPIONSHIP

AUSPICES
MARATHON CLUB INC.
PURSE $101,000.00
JEFFRIES-JOHNSON
JULY  4TH  1910
INNER    CIRCLE

ADMIT
     ONE   

SOUTH GATE

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