COMO JESÚS EN UNA ÓPERA CHINA: UNA ENTREVISTA A JIM WHITE




18 de junio de 2004
Edimburgo



El taxi que nos lleva al Queens Hall, la segunda sala de conciertos de Edimburgo, atraviesa la Royal Mile dejando atrás tabernas, coloristas tiendas de souvenirs y viejos cementerios victorianos expuestos al paseante como un cadáver patas arriba; llueve desde el día anterior y los closes o wynds, callejuelas sin salida o estrechos atajos entre las arterias principales, están por todas partes, pasadizos de donde uno espera ver salir cualquier cosa; pero ni todos los fantasmas de esta ciudad podrían llenar los extensos, crepusculares espacios conjurados por la imaginación de Jim White a través de sus discos.

Desde que en 1998 "Wrong-Eyed Jesus" lo colocara en ese mapa conocido como Americana –evolución de estilos de raigambre tradicional, da igual que sea folk, country o blues–, Jim ha consolidado una corta pero irreprochable trayectoria en la periferia de las cosas. Su disco llamó la atención no solo por el hecho de venir avalado por David Byrne en un momento en que lo exótico estaba de moda, o por los elogios de Rickie Lee Jones o REM; ni siquiera por su extraño y fabuloso interior, suspendido todo él en la cuerda floja que separa la realidad de la ficción, la lucidez de la insania. También destacaba la biografía que traía bajo el brazo: concebido durante un viaje a través de los Estados Unidos y criado en los alrededores de Pensacola, Florida, "la hebilla del cinturón religioso de América" (y la ciudad del mundo con más iglesias por habitante), Jim, de nombre verdadero Mike Pratt, creció en el corazón del sur, lugar donde se presupone un fuerte sentimiento de comunidad e identidad pero que ha producido más singularidades, por no decir anomalías, que casi ninguna otra zona del país exceptuando quizá San Francisco.

Un yanqui para sus vecinos, un sureño para los yanquis, el joven Jim se enredó con las drogas antes de orbitar alrededor de la religión, irremediablemente mezclada con el oxígeno que respiraba, lo que lo llevó a predicar el fin de los tiempos hasta que la cordura le advirtió de lo irrelevante del mensaje:

"Adonde quiera que iba podía sentir cómo era controlado por una misteriosa fuerza, como una marioneta a la que manejaran con hilos. Pensé que solo podría escapar sentándome y quedándome completamente quieto. Al cabo de unos pocos años los hilos se habían ido".

Ignorado o detestado por sus vecinos –cree que todavía lo recuerdan–, pone tierra por medio entre él y los pantanos y enfila a Nueva York, donde desempeña diversos trabajos de poca monta. Poco después lo encontramos trabajando en Ámsterdam como modelo de pasarela; allí su vida transcurre sin demasiados contactos, paseando por las calles de la única ciudad europea cuyo plano está diseñado en forma de círculos concéntricos, como los viejos diagramas medievales del infierno, observando con curiosidad su alrededor y tratando de acostumbrarse a sus ya famosas visiones e inesperados encuentros:

"Un día oí que sonaba un blues, algo fuerte y guapo, como del Delta y tal. Callejeando me encontré con un hombre sentado en una montaña de almohadas. No tenía piernas y las manos le salían casi directamente de los hombros; el tío estaba tocando slide guitar y cantando, fue el mejor blues que he oído en toda mi vida. Aquel tipo sacó partido de sus limitaciones, por lo que yo hice lo mismo que él, aprendiendo a tocar los acordes abiertos con un único dedo".

Unos meses después conduce un taxi, de nuevo en la ciudad de los rascacielos, sobre la cual, según sus propias palabras, “me convertí en una especie de erudito, llegué a conocer cada luz de la ciudad y llegué a conocer incluso el parecido de cada luz con cualquier otra luz”.

Entretanto languidece en un cuarto e intenta graduarse en la universidad y escapar del zen, una fe en la que, para variar, también ha terminado cayendo. Ya no es ningún joven y su impresionable espíritu ha estado a punto de naufragar varias veces. Es al final de esta época cuando a instancias de un amigo graba una maqueta que pasa por diversas manos afortunadas (las de Sylvia Reed y su marido el song-writer Joe Henry, hoy su mejor consejero en el negocio, las de la hermana de Madonna, que trabaja para la industria, y finalmente la gente de Luaka Bop) hasta acabar materializándose en un EP de cinco temas y en su debut, "El Misterioso Relato de Cómo Grité Jesús de los Ojos Chungos!".

En su primera maqueta había utilizado cucharas como percusión y tubos para reverberar la voz,  y en este disco Jim White no cejará en aberrar las posibilidades de un gran estudio de grabación. Las comparaciones con Tom Waits y Captain Beefheart arrecian, más o menos justificadas a pesar de que él afirma no saber nada del Capitán hasta ese momento; pero no es solo en su heterodoxo estilo y en las variaciones de ritmos folk y country en donde encontramos un espíritu similar, tampoco en su humor, que como el del viejo Tom nos lo muestra fascinado por el lado grotesco y trágico del mundo. Bajo todo ello se esconde un músico cerebral, como siempre lo han sido Waits y Beefheart. Y un instinto que lo lleva del folk al country o al rock, pasando por el soul, el pop o el hick-hop (hip-hop paleto, para entendernos).

 Irreverente o enigmático, adicto a la impostura o confesional hasta el embarazo, Jim White es como un cruce de Woody Allen y David Lynch, marcado por esa misma distorsión que se debate entre la comedia y el desconsuelo. Un extraordinario narrador que no puede evitar confundir incluso a quienes se encuentran cerca de él. Paul Fonfara, ex-Devotchka, ex-Woven Hand, líder de Painted Saints, multiinstrumentista de Colorado al que reclutó para su reciente tercer álbum “Drill a hole in that substrate and tell me what you see”, me comenta que poco antes del tour europeo se veía incapaz de estar a su altura. Cuando le recuerdo que tres meses antes me habló de lo mal guitarrista que era explica que simplemente se equivocó con él, "me da mil vueltas, es un músico asombroso".

Ya en los camerinos del Queens Hall Fonfara me presenta al resto del grupo y charlamos un rato sobre el disco que ha grabado, "Miles of twine", que ha estado sonando antes de los shows europeos. Está contento porque los fans de Jim se lo quitaban de las manos. Se levanta para atender una llamada y en ese momento un tipo alto con patillas se le cruza en dirección a los aseos sin echarnos ni un vistazo. El tiempo transcurre en silencio, tras la puerta se escuchan toses y no puedo evitar ponerme un poco nervioso. Jim podrá haberse convertido en un consumado comediante pero no olvido que se trata del autor de "A Perfect day to chase tornados" y eso, para mí, no es una bagatela. Empiezo a imaginármelo montándome una escena como Peter Stillman en "La ciudad de Cristal" en su primer encuentro con Daniel Quinn: "Hola. Mi nombre es Jim White. Ese no es mi verdadero nombre. Sí. No. No sé".

El hombre alto reaparece enfilando hacia la salida, lo que aumenta mi confusión pero de pronto da un giro hacia nosotros con la mano extendida. Se mueve de forma curiosa y su saludo es amigable. Lleva una vieja gorra verde con visera que le hace parecer un conductor de tractores. Cuando lo miro a los ojos me viene instantáneamente a la cabeza el príncipe Myshkin de la novela de Dostoyevski. Reprimo mi imaginación. Es solo Jim White.

¿Recuerdas algo de España, cuando abriste para David Byrne y te hicieron una entrevista para Ruta 66?

Recuerdo el nombre sí, pero no recuerdo a la persona. ¿Eras tú?

No, era otro. Y de España, ¿recuerdas algo?

No recuerdo nada de España. No recuerdo nada del mundo, es demasiado… –masculla algo–… En el último mes he conocido a tanta gente que he tenido que borrar de mi cabeza a todos los anteriores para hacerles hueco a estos. No creo que mi música les guste a muchos en España, ¿verdad?

Bueno, sí y no. Puse en contacto a tu mánager con el organizador de un festival que se realiza todos los veranos en una isla española y que trata de llamar la atención de Tom Waits. Se llama "Esperando A Waits".

No sé nada, es lo primero que oigo. Él se encarga de eso. Este verano giramos por América con Lucinda Williams, así que supongo que era imposible.

Te gusta Tom, ¿no?

¡Hombre! –lo dice como si le hubiese preguntado si los monos comen cacahuetes.

Ok. Cuando salió tu segundo disco "No such place" dijiste que había sido un esfuerzo agotador, ¿ha sido así esta vez? Hubiera jurado que eras de esos que disfruta trabajando en el estudio, como Orson Welles en la sala de montaje.

Esta vez ha sido distinto. Hasta ahora era yo y alguien más en el estudio y yo sugiriéndole, qué tal esto... no, no... ¿Y esto?... no, no… ¿Y esto? no, no, no, y así durante diez horas; con este grupo de músicos ha sido distinto. Funcionaba. Joe Henry es el productor y me dijo que debía confiar en ellos. Yo pensé: ¿Y por qué? Nunca había confiado en otros antes, pero resultó que sabían lo que estaban haciendo. Cuando les mostraba una idea, entendían a la primera.

Los arreglos son bastante complejos.

Eso es porque nos inclinamos hacia lo sencillo.

¿Empiezas imaginando una melodía? ¿Una historia?
Por supuesto, primero empiezo recopilando apuntes, notas, que son como ideas sobre el mundo; cosas que leo en los periódicos, expresiones de la gente... Luego cuando empiezo a escribir la canción, que no sé bien lo que significa escribir una canción, simplemente empiezo a tocar la guitarra o el teclado y escucho, a medida que trabajo, notas y melodías que no había escuchado antes, simplemente aparecen......y entonces intento, bueno, si tienes una idea muy concreta y organizada, tienes que hacer que encajen las palabras y esto sucede si el espíritu de las palabras es el mismo que el espíritu de la música. En mi primer disco las canciones eran muy complicadas. En este algunas son muy sencillas pero suenan complejas porque si tú compones algo simple al final acabas desarrollándolo, si tú elaboras algo complicado sientes el tirón hacia la sencillez porque debe encajar con la estructura. Algunas de las canciones, “Combing my hair”, “If Jesus Drove A Motorhome”, suenan complejas porque los músicos hicieron maravillosos diseños para ellas. 

En los viejos días del blues a los músicos se les pagaba con un puñado de dólares en mano y copias de sus propios discos, ¿no crees que el futuro ha hecho retroceder al negocio de la música al pasado prehistórico, y que suena casi a broma?

No sé si entiendo a qué te refieres, pero debería decir que la mayor parte de los músicos como yo no ganamos mucho dinero. Es un poco como los viejos músicos de blues o incluso como en Motown con Barry Gordy. Gordy contrataba a cincuenta compositores, que le escribían unas cinco canciones a la semana, y si esas canciones le daban cincuenta millones de dólares él les pagaba lo estipulado, un puñado de dólares. Es bastante duro salir adelante con esto a veces. En América soy considerado un tipo pobre. No es algo que me moleste,  pero significa que los que tenemos una familia y responsabilidades no lo tenemos fácil. Es algo que tienes que aceptar, ser pobre, si quieres ser un músico. No hay manera de arreglar esto, especialmente ahora con la tecnología, ahora puedes descargarte discos enteros, no necesitas ir a la tienda y pagar por ellos para escucharlos. Es una época extraña. Muchas compañías se han venido abajo. En la mía Luaka Bop, cuando empezaron, trabajaban doce personas. Ahora solo hay una, una sola persona. Y tengo suerte. En muchas, se han reducido a ninguna. No es un buen momento para la música, eso está claro.

Tengo entendido que te pasas el día escribiendo. ¿Estás en contacto con alguna editorial?

Tengo casi terminado un libro, es un álbum de historias cortas. Mi vida entera es como una larga serie de anécdotas y si las contara todas ocuparían unas cinco mil páginas.  Así que tuve que hacer una selección para explicar... lo que trato de explicar. Debo haber recopilado unas veinte. Me exprimí mucho la cabeza.

Leí que estuviste en tratos con alguna hace años.

Si, con Norman Books, que es una editorial muy buena aunque hay muchas otras interesantes, y empezamos a hablar sobre el libro y, bueno, resulta que también hago fotografías y pinto, y dibujo y me hubiese gustado incluir todo eso en el libro, pero enseguida dijeron: no, no, no... ¿Y sobre la portada?, les pregunté. ¿Poner algo en la portada? Y dijeron no, no, no, y a todo no, no, no... Yo les decía, vale, tenéis que poner algo en la portada, simplemente considerad mis fotografías, vi que no iba a ser nada fácil y al día siguiente les respondí que no había trato. Se preocupaban por cada maldita cosa así que les dije, pues adiós. He tenido más ocasiones pero tampoco quiero precipitarme y hacer un libro del que me arrepienta más tarde, porque tal vez no tenga nunca más la oportunidad de hacer algo así.

No es una mala idea incluir fotografías, cuadros, adoro la imagen, es lo que más me gusta de todo lo que hago. Me gradué en cine también. Soy una persona solitaria así que la fotografía es buena para mí, tengo un maravilloso álbum de fotografías y he podido incluir algunas en el libreto interior de mi último disco, así que confío en que cuando finalmente se publique mi libro incluyan algunos de estos cuadros y fotos, simplemente para que quienes lo compren se hagan una idea de quién soy, y entiendan lo que digo.

[Nota: al final sería así, en 2009, con ocasión de su exhibición en la Douglas Hyde Gallery de Dublín: “Wild-Eyed Tree/Superwhite!”, un delgado volumen conteniendo historias, dibujos y fotografías]

Sobre el humor de tus canciones, sueles comentar que a veces el público no lo pilla. Tal vez sea algo cultural, en ciertos lugares la gente por ejemplo no suele reír con Samuel Beckett. Recuerdo una entrevista con Kafka, quien solía quejarse de lo mismo... Hablaban de Chesterton y de la alegría y el periodista le hizo una pregunta extraña: si no pensaba que había algo inmoral en reír en estos tiempos... (se ríe)... Recuerda que era una charla entre judíos en la Europa pre-nazi. Kafka le respondió que no, que en este mundo impío el humor era lo único que podía ayudarnos a no caer en la desesperación.

Esa es una respuesta desesperada. Yo no lo estoy tanto. Creo que el humor es una herramienta. La puedes utilizar bien o la puedes utilizar mal. A veces la usas de un modo desesperado, otras de un modo más casual. Pero es algo necesario para nuestra mente. Las culturas sin humor no progresan mucho. Pero las culturas con demasiado humor tampoco progresan mucho.

¿Crees que en EEUU lo captan?

Aaaaah.... Un montón de gente (risas). Algunos lo hacen. Pero en mi país no me conoce nadie. La gente que escucha mi música en América suele estar compuesta por estudiantes, intelectuales interesados en música.

En Europa casi también es así, ¿no?

Sí, sí, gente así, profesores de universidad, estudiantes. No es demasiado sexy, no tengo unas audiencias demasiado sexys me temo.

En un artículo sobre ti se nos advertía sobre el riesgo de creernos tus historias. No es la primera vez que leo algo así.

¿Te refieres a si son cosas verdaderas?

Bueno, y al poder de fascinación que ciertas cosas ejercen sobre nosotros. ¿No crees que a veces la música, las palabras, pueden conducirnos a una oscuridad mucho mayor y más peligrosa, por confortable? Como un diablo que nos prometiera el Árbol de la Ciencia, llevándonos en cambio a las tinieblas que pueblan los exteriores del paraíso. Pienso en Skip James, ¿lo conoces?

No. No sé nada de música. Yo crecí ignorante de todo lo que no fuera las pop songs que sonaban en la radio.

Pero te gusta el blues del Delta.

Conozco el Delta y me gusta. Pero nunca lo escuchaba cuando era un crío. Nadie de mi entorno escuchaba blues en esa época. Nadie escuchaba blues, nadie.

Bueno, creo que si Skip James dejó sus blues durante treinta años fue porque creyó que al final acabarían matándolo, ¿puedes entender algo así?

Siempre hay un riesgo en lo que haces... Existen dos modos de intentar llegar a Dios, el correcto y el equivocado. Si intentas llegar a Dios por el camino equivocado, no podrás. Si eres una persona con el don de apreciar la belleza y tratas de llegar a Dios solo a través del arte y de la estética, no podrás. Si estás lleno de dolor y tratas de alcanzar el éxtasis a través de ese dolor, no podrás. Debes encontrar tu otro camino. Creo que si Skip pensó eso de sus blues hizo bien en dejarlos. A veces tienes que reconsiderar las cosas.  Para mí la música ha sido siempre una terapia, un lugar de paz. No me hacía enloquecer. Pero la tradición en música dice que si tú haces esto hoy, tendrás que volver a ello mañana, y también al día siguiente. El público te encadena a tu trabajo. Esa clase de espíritus torturados suelen encontrar su sitio en la música y en las artes en general pero si esa persona triunfa en el fútbol seguirá teniendo sueños de muerte, solo que referidos al fútbol. Algunas personas solo desean destruirse. Si la música te lo pone demasiado fácil para hacerlo, porque la música puede hechizarte de la peor manera, y tú quieres vivir, debes alejarla de ti. Si lo que deseas es morir, toma tu opción, aunque sientas que acabará matándote. Pero no es algo que yo recomiende porque si resulta que en el último momento descubres que realmente no querías morir, puede ser tarde, ¡demasiado tarde!.

No está clara la distancia que pones entre tú y tu obra, entre Jim White y tú. En este sentido creo que algo fundamental ha cambiado desde los días de "Wrong-eyed Jesus", algo referido a ese desdoblamiento del que te servías… la relación con tu Doppelgänger.

No, no, no... –lo dice como si debiera quitarme esa idea de la cabeza–, es lo mismo, exactamente lo mismo que entonces.  Todo lo que he escrito es sobre cosas que he vivido y sobre cosas que he soñado, una de dos... La diferencia es que cuando escribí esas canciones para el primer álbum yo estaba desesperado, intentando encontrar una razón a por qué andaba por este mundo. Realmente me sentía como si no debiera estar aquí, como si debiera morirme. De modo que escribí esas canciones con el pensamiento de este triste mundo del que debía despedirme sin remedio. Ya no me siento así, nunca más. No creo ahora que sea un mundo tan triste. Adonde quiera que voy me encuentro con gente amable e interesante.  Así que creo que esa es la diferencia entre ese álbum y estos últimos, que me siento más a gusto en este mundo, y realmente creo que mucha gente preferiría verme, uh, desesperado (risas), y oye, es interesante esto, es como ese pintor, El Bosco, ¿lo conoces? Pintaba cuadros del infierno, terribles pesadillas esquizofrénicas, en un momento dado empezó a pintar cuadros más amables y más simples y la gente se enfadó con él, porque adoraban sus cuadros del infierno.

Bueno, es una cuestión, en fin, de magia y de cualidad... Yo creo que ciertas cosas solo surgen... solo las encontramos cuando lo hemos perdido todo... Claro que yo me alegro de que hayas dejado atrás eso y te deseo todo lo mejor, pero no creo que puedas volver a componer algo como "Still Waters" nunca más, ni a reproducir la atmósfera llena de tensión de tu primer disco,  no puedes (aquí me hago un lío) no puedes conseguir algo a cambio de nada.

Gracias, ejem… No creo que "Still Waters" sea mi mejor canción, es una buena canción... Hay una historia sobre ella, escribí “Still Waters” y pronto me di cuenta de lo complicada que iba a resultar, y me llevó tiempo entender lo que estaba haciendo y lo que trataba de decir. Y era sobre volver a la vida, de lo que hablaba. Y mientras estaba trabajando en este disco intentaba resolver “Static on the radio” que es una canción muy difícil para mí y que me recordaba a “Still waters” en algún sentido. “Still waters” me llevó dos meses, “Static on the radio” cinco años, cinco años luchando y tratando de llegar al fondo, de encontrarle sentido. Quiero decir, que me preguntaba, ¿pero qué trato de decir con esto? Era como si tuviera algo dentro de mí, algún objeto extraño y ajeno que tuviera que sacar antes de que se convirtiera en algo peor.

¿No te molesta cuando alguien te dice que una canción como "Still Waters" es algo muy personal para él? ¿No es una sensación extraña?

No, no, no, es como… tú escribes esto y miras cómo se va y se aleja de ti. Estoy agradecido porque prueba que no soy un loco hablando conmigo mismo. Cuando personas de todos sitios me dicen lo importante que ha sido para ellas algo de lo que yo he hecho, me hacen sentir como si volviera al mundo, al mundo de las conexiones y relaciones, porque yo he estado muy fuera del mundo y puedes perderte para siempre si haces eso y... y... Hay otra historia sobre esto –se remueve en su asiento–, cuando era joven quería desaparecer, porque pensaba que este mundo no era un buen lugar para mí, así que me perdí en mi propio interior, pero el mundo hacia el que me dirigía parecía alejarse de mí a medida que intentaba alcanzarlo y llegué a estar cada vez más y más perdido, y así, durante mucho tiempo, me encontré viviendo en la nada y en un momento determinado renuncié a encontrar mi camino, y extrañamente, cuando renuncié de verdad, y asumí que lo había perdido todo y había fracasado, entonces... la gravedad del universo... me devolvió al mundo de la gente, y de esos días viene “Still waters”, y de esos días viene “A perfect day to chase tornados”, de los largos días en que me encontré así, antes de sentir que regresaba a mundo de los vivos. Estoy agradecido a la música por toda la ayuda que me ha prestado.     

Hablando de cine, creo que podemos verte en una película...

Así es –Se arrellana en el sillón, aliviado de que acaben mis intentos de psicoanalizarlo con burdas tretas de interrogatorio del FBI, dispuesto a promocionar “Searching for the Wrong-Eyed Jesus”, film documental sobre el sur de EEUU realizado para la BBC por Andrew Douglas en el que Jim oficia de cicerone. Premiado en varios festivales europeos, la película cuenta con la participación de David Edwards de 16 Horsepower, el ex-New York Dolls David Johansen y la Handsome Family, buenos amigos suyos; por desgracia lo que yo quiero confirmar es la anécdota de si participó como actor en un bizarro film de terror hace unos años. Cuando le digo el título, “La profecía”, se queda patidifuso.

En el papel de un... ¿empleado de tanatorio?

Oh… eso… ¿Cómo diablos sabes eso? –se ríe, pero de nuevo algo incómodo; como de costumbre creo la estoy fastidiando otra vez–, pero, ¿tú la has visto?

No. El protagonista es Christopher Walken, hace de Arcángel San Gabriel combatiendo al diablo o algo... es un film de horror de no hace mucho

No mucho, no.

Unos cinco años

Por ahí, sí... Ahora que lo dices, sí aparecía Christopher Walken. Muchos amigos míos trabajan para Miramax, que es una compañía muy importante en Nueva York. Me propusieron participar haciendo del tipo este que lleva de aquí para allá a los cadáveres, cómo iba a negarme. He participado en un par de films de terror,  colaborando también en el score y los efectos de sonido.

Ok, una última pregunta, ¿estabas realmente en NYC cuando *** enfermó de muerte?

¿Dónde?

En Nueva York

Sí, sí.  Hablé de ello, hay una historia sobre eso.

"Blessings & Curses", lo sé... así que ¿es una historia verdadera?

Oh, sí, sí... pero yo no sabía que estaba hablando con él, creí que se trataba de un vagabundo, lo había visto por el parque un par de veces, uno más... no recuerdo las cosas demasiado bien... la conversación no fue muy larga, la recuerdo, pero no las palabras exactas. Yo estaba intentando entregarle esa camisa, ya sabes, y él tenía esa pinta tan extraña... Me respondió algo sobre la talla de la camisa, sobre lo pequeña que era. ¡No sabía que era ***! Hablamos y hablamos y surgió esa absurda química y finalmente salí corriendo de allí. Un par de días más tarde, en la universidad, vi su foto colgando de la pared, yo estaba hablando con una mujer acerca de una subvención y ella me vio mirando fijamente la foto, le pregunté quién era y me respondió, es mi escritor favorito, y era él, el mendigo del parque... ***...  Le conté la historia a la mujer. Me preguntó en qué parque había sucedido eso y cuando se lo dije me respondió que en efecto él solía ir allí a pasear todos los días, cuando estaba en Nueva York. Poco después se sabe que enfermó, un par de meses más tarde leí en los periódicos que dejó NYC y regresó a París y allí murió... Incluso si no hubiese sido *** habría sido una historia divertida, y realmente no sé si se trataba de él, pero estoy seguro de que sí.

He conocido a un montón de gente famosa medio loca. Una vez tuve una visión... Fue en Nueva York, un día realmente frío, yo era taxista entonces. El sol se estaba poniendo en esa última y mágica hora de la tarde, ya sabes, ese hermoso, hermosísimo instante que llamamos entre luces, cuando no es ni de noche ni de día, sino como medio de día. Conducía por uno de los barrios residenciales de la ciudad y me detuve al lado de un edificio que creí reconocer, lo había visto en “Crimes & Misdemeanors”, la película de Woody Allen. Pude entender por qué a alguien se le había ocurrido imaginar una película allí. Era realmente como estar dentro de un film o de un sueño, había una atmósfera rara y singular y me di cuenta de que algo en mi cabeza se ponía en marcha. Empecé a rememorar el argumento de la película, cuando a Martin Landau, que es el protagonista principal, una mujer lo amenaza con arruinar su vida, una mujer con la que ha tenido un largo affaire, y él considera la posibilidad de matarla. Recordaba la conversación que mantienen. Él empieza a torturarse luego con las consecuencias, la responsabilidad de acabar con una vida humana, podemos ver con toda claridad cómo el peso del mundo cae sobre sus espaldas, es realmente un momento poderoso del film. Y Woody Allen es normalmente un bromista, y yo pensé: todo ese humor no parece hacerle muy feliz, no debe darle mucha felicidad, cuando decide mostrarnos todo ese sufrimiento. Todo ese humor, todos los chistes, tal vez sea tristeza lo que le producen. Si pudiera hablar con él le daría las gracias por haber guardado por unos momentos esa comedia, que hace reír a todo el mundo, para mostrarnos algo con otro significado. Cinco horas después estaba dejando a un cliente frente a un edificio, y de la puerta del edificio vi salir corriendo... a Woody Allen... ocurrió... subió a mi coche. Quise decirle que había tenido una visión, pero no fui capaz de empezar una conversación. Le pregunté, dónde vamos señor, y él respondió, arranque, conduzca... Y yo le respondí, son las normas señor, necesito saber adónde nos dirigimos, no tiene sentido que nos movamos porque sí, necesito saber adónde debo ir, esa es la pura verdad, quiero que me diga... 75 en la Quinta, que es donde vivo... 524 en la Segunda, que es donde ensayo… solo necesito saber adónde vamos.

Pero no me lo dijo. Era algo de locos, así que empezamos a discutir, y era una extraña discusión porque de algún modo yo estaba disfrutando, simplemente por hacerle hablar a él, a Woody Allen, era como interpretar el guión de una de sus películas. Pero no podíamos continuar así por mucho tiempo así que al final le dije: señor, no voy a llevarle a ningún sitio hasta que no me diga dónde. Y él dijo: “¡O arrancas el coche ahora mismo o me bajo a buscar otro!”. De modo que al final empecé a moverme, a conducir simplemente. Resultó que... de algún modo, esa fue la noche antes de que el escándalo de su vida estallase. Yo lo oía murmurar con angustia, “Soon-Yi es una egoísta, Soon-Yi es una egoísta”...

Probablemente lo que me estaba diciendo con ello era, “lo que va a hacer Soon-Yi mañana va a arruinar mi vida, porque el escándalo de mi relación con mi hija adoptiva de 17 años, o de 18 años, va a acabar conmigo y con mi carrera”. Y es interesante, porque en esos momentos él estaba sintiendo probablemente el mayor terror que había sentido en su vida, y era como si salieran de él extrañas ondas de radio, y mi aturdido cerebro podía captarlas, las sentía, exactamente como si hubiese encendido una radio, las oía, ¡extraño!... Pero así es como sucedía, porque si tienes sensibilidad para esas... misteriosas... frecuencias... la tienes y eso es todo. Fue así como encontré a *** en ese parque.  En aquel momento, llevaba encendida la misma radio.

«The unseen forces»…

 Sí –se ríe–, las «fuerzas invisibles»…




[Signorformica/Salva Pi: Entrevista originalmente publicada en Ruta 66, 2004. Gracias muy especiales a Paul Fonfara/Painted Saints]




       EL MISTERIOSO RELATO DE CÓMO GRITÉ
       ¡JESÚS DE LOS OJOS CHUNGOS!



DISCOGRAFÍA Y BIBLIOGRAFÍA

ALBUMS














No Such Place (2001)




















FILMS

In conjunction with art exhibit. "Includes autobiographical text, Superwhite (Another True Story), and previously unreleased lyrics by Jim White. Also included are images of the exhibition and photographs by Jim White." Recipient of 2014 Pushcart Prize for short fiction story Superwhite, published in Radio Silence.











JIM WHITE LIVES HERE: http://www.jimwhite.net




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