Entre las innumerables anécdotas relacionadas con "Freaks" está la que habla del dia en que F. Scott Fitzgerald, entonces en plena liaison con Hollywood, se hallaba almorzando en el comedor de los estudios con el guionista Dwight Taylor, ignorantes ambos de lo que estaba cociéndose unos metros más allá. La puerta se abrió de pronto y, hèlas, ahí llegó la troupe al completo con Browning al frente: Johnny Eck, The Half-Boy, adelantándose con paso garboso sobre sus manos enguantadas; las siamesas Daisy y Violet Hilton, unidas por el costado; Martha Morris, "La Beldad Sin Brazos", con Josephine Joseph, mitad hombre y mitad mujer; Rodion el Torso Humano arrastrándose como una lombriz; por supuesto Harry Earles y su hermana Daisy, la Mae West enana; Schiltze y el resto de microcéfalos; y, en fin, todos los demás (puedes descubrirlos en la obertura del "Black Rider"). El señorito Gatsby se puso "verde como un guisante", abandonando la sala y su almuerzo en busca de espacios abiertos, pero poco después se lo vería merodeando por allí, e incluso -él, ¡por supuesto! que tanto decía detestar a la "beautiful people" de aquellos alegres años 20- almorzando con ellos.
A la mayoría no obstante se les invitó a comer aparte, un adelanto de todo lo que vino después: el film tuvo que superar las constantes reticencias de los estudios, el boicot del personal de la MGM ajeno a la película y del propio equipo técnico, los conflictos internos ("una maraña de problemas de celos entre los monstruos, que exigían beneficios, económicos y cinematográficos, como si fueran estrellas de Hollywood"), la gélida reacción de la prensa y del público (el film sólo sería apreciado en ciertas capitales, y por los periódicos más liberales), las acusaciones de explotación y obscenidad. También el odio personal de Louis B.Mayer, que la retiró enseguida de la circulación ocultándola como si fuera un motivo de vergüenza, y el recorte del metraje (en el estado de Nueva York se redujo 30 minutos; en Inglaterra simplemente se prohibió durante veinte años), eliminándose escenas como la del castramiento de Hércules, o aquella en la que, durante el banquete nupcial, todos escupen sobre la copa de champagne que luego ofrecen a Cleopatra. Se le añadió además un prólogo y un "happy end". En 1956 la Metro vendió los derechos de la película Dwain Speir, un explotador sin escrúpulos que la exhibió en ferias, side-shows y espectáculos pretendidamente pornográficos. No sería hasta los años 60 que comenzó a revalorizarse, vislumbrándose la retorcida belleza de sus imágenes, la ambigüedad de sus planteamientos y conclusiones. Cuando David Lynch la homenajeó en "The Elephant Man" en 1980 su status de obra clásica resultaba algo tan evidente como ocioso.
Erróneamente entendido en su dia como film de terror -de horror si acaso, y habría mucho que decir sobre esto- "Freaks" finalmente cumplió su objetivo y ha quedado hoy como una obra humanista, una visión ideal y romántica de la diferencia, algo aparentemente muy alejado del relato original de Tod Robbins. Pero lo cierto es que la película condensa todas las constantes de la obra de su director, muchas de ellas nada amables (el engaño, el temor, la obsesión, la venganza como elemento purificador), sublimándolas en un naturalismo que aun hoy sorprende y (¿por qué no?) hace reír.
A la mayoría no obstante se les invitó a comer aparte, un adelanto de todo lo que vino después: el film tuvo que superar las constantes reticencias de los estudios, el boicot del personal de la MGM ajeno a la película y del propio equipo técnico, los conflictos internos ("una maraña de problemas de celos entre los monstruos, que exigían beneficios, económicos y cinematográficos, como si fueran estrellas de Hollywood"), la gélida reacción de la prensa y del público (el film sólo sería apreciado en ciertas capitales, y por los periódicos más liberales), las acusaciones de explotación y obscenidad. También el odio personal de Louis B.Mayer, que la retiró enseguida de la circulación ocultándola como si fuera un motivo de vergüenza, y el recorte del metraje (en el estado de Nueva York se redujo 30 minutos; en Inglaterra simplemente se prohibió durante veinte años), eliminándose escenas como la del castramiento de Hércules, o aquella en la que, durante el banquete nupcial, todos escupen sobre la copa de champagne que luego ofrecen a Cleopatra. Se le añadió además un prólogo y un "happy end". En 1956 la Metro vendió los derechos de la película Dwain Speir, un explotador sin escrúpulos que la exhibió en ferias, side-shows y espectáculos pretendidamente pornográficos. No sería hasta los años 60 que comenzó a revalorizarse, vislumbrándose la retorcida belleza de sus imágenes, la ambigüedad de sus planteamientos y conclusiones. Cuando David Lynch la homenajeó en "The Elephant Man" en 1980 su status de obra clásica resultaba algo tan evidente como ocioso.
Erróneamente entendido en su dia como film de terror -de horror si acaso, y habría mucho que decir sobre esto- "Freaks" finalmente cumplió su objetivo y ha quedado hoy como una obra humanista, una visión ideal y romántica de la diferencia, algo aparentemente muy alejado del relato original de Tod Robbins. Pero lo cierto es que la película condensa todas las constantes de la obra de su director, muchas de ellas nada amables (el engaño, el temor, la obsesión, la venganza como elemento purificador), sublimándolas en un naturalismo que aun hoy sorprende y (¿por qué no?) hace reír.
1 comentarios:
Me alegra saber algo más de esta gran película. Desconocía lo que comentas de Fitzgerald. Ha sido muy ilustrativo, de verdad.
Me ha recomendado tu blog y tu artículo el señor Sap. Recientemnete nos conocimos por el Facebook.
Ah, también le dediqué una modesta entrada en mi blog a esta gran película.
Te dejo el enlace
http://butaca111.blogspot.com/2009/10/cine-la-parada-de-los-monstruos-de-tod.html
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