MINNIE THE MOOCHER

Uno de los más gloriosos cartoons de todos los tiempos, al menos hasta la llegada de Los Simpsons y Bob Esponja.

En 1932 Cab Calloway dirigía una cada vez más popular orquesta de jazz con sede en el Cotton Club de Nueva York, abriendo el espectáculo todas las noches con una vibrante versión del clásico "St. James Infirmary Blues". Betty Boop por su parte había debutado un año antes como Betty Co-ed en la serie Talkartoon producida por Max Fleischer y lanzada por los estudios Paramount. Era, por entonces, un boceto un tanto embrionario de la despampanante flapper que llegaría a ser.

Fue Irving Mills, agente de Cab Calloway, quien propuso modificar la obertura de "St. James Infirmary" con otra canción que reflejase más apropiadamente el sello scat que Calloway imprimía a su música y para ello escogió otra pieza tradicional, "Willie the weeper", originaria de los tiempos del Far West y sobre la que no dudó en registrar los derechos de autoría (nada extraño: bajo el pseudónimo de Joe Primrose y con una cara dura proverbial ya había hecho lo mismo con "St. James Infirmary", tema versioneado por trescientos mil músicos a lo largo de la historia antes y después de Calloway, y cuyos orígenes parecen situarse en la Irlanda de los grandes éxodos).

"Willie the weeper" narraba la delirante alucinación psiquedélica de Willie, un deshonillador, y Minnie, una buscona, adictos al láudano, en la que ambos viajan a Bulgaria donde la Reina del país les regala un carruaje de diamantes y llantas de plata, etc.  Cab Calloway fundió la melodía con la de su querida "St. James Infirmary", retocó la historia, rebautizándola como "Minnie the Moocher", y conservó las veladas alusiones a las drogas, con la brillante idea de introducirla como score del episodio de Betty Boop que lanzaría a ambos al estrellato. Mills incluso retrasó el lanzamiento del disco, haciéndolo coincidir con el estreno del cartoon que, en resumidas cuentas, narraba la huída de la indomable Betty Boop de casa de sus padres (¡judíos ortodoxos!) junto a su eterno amigo-novio Bimbo, en busca de aventuras. El resultado comercial: un millón de copias vendidas de la canción de Calloway (por las mismas fechas volvería a repetir, musicando el entierro de Betty, esta vez sí, con una versión literal de "St. James Infirmary"). El resultado artístico: una hilarante, fantasmagórica pesadilla con morsas danzantes, reos ejecutados en la silla eléctrica, esqueletos borrachos y terribles brujas que (¡oh!) hacen desistir a Betty y Bimbo de su acción, volviendo a la casa paterna para refugiarse bajo las sábanas.

 

2 comentarios:

Sap dijo...

A la vez que Betty desarrollaba sus aventuras, en Alemania triunfaban los Comedian Harmonists. A día de hoy el famoso Max Raabe, recrea algunos de sus éxitos. Por ejemplo, éste con efluvios de los cabarets berlineses, que seguro es de tu gusto:
http://www.youtube.com:80/watch?v=qB1_DDv7iF0&feature=related
Saludos.
Sap.

SUPPORT ANIMAL LIBERATION FRONT dijo...

En efecto Sap, gracias!, es la clase de cereales que tomo para desayunar. Lástima de ambiente tan aséptico

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