[Fragmento de una larga serie de entrevistas con el músico “Jelly Roll” Morton, realizadas por Allan Lomax en 1938 para la Library of Congress]
(Cuéntenos algo sobre esos tipos duros que solían tener allí abajo en New Orleans)
Bueno, creo que Aaron Harris era sin duda el tipo más despiadado que nunca he visto o del que nunca me han hablado. Lo conocí personalmente. Aunque sería mejor decir que no supe quién era hasta después de haber tenido mucho trato con él. Le encantaba jugar al billar. Y yo... se suponía que yo jugaba muy bien al billar.
(Rasga distraídamente las cuerdas de su guitarra mientras habla)
Así que todos los días el tipo jugaba conmigo por dos dólares. Esa era su idea... sacarme algunos pavos, porque él sabía que yo tocaba el piano en burdeles todas las noches. Y todos nosotros estábamos haciendo mucho dinero por entonces. Así que intentaba desplumarme.
Y yo jugaba con él todos los días sin que nadie me dijese que él era Aaron Harris. Creo que por esas fechas Harris ya llevaba once asesinatos sobre sus espaldas... incluidos los de su hermana y su cuñado. De una manera o de otra se había librado... de todos esos problemas. Un día me dijo que ese era el último dólar que iba a apostar conmigo.
Le pregunté: “¿qué quieres decir?”
Me dijo: "Si metes esa bola, me voy a quedar con todo lo que tengas en los bolsillos"
Yo contesté: "Los que intentan eso acaban en el cementerio. Llevo algo en el bolsillo que te lo va a impedir"
Me dijo: “¿El qué?”
"Una bonita 38 calibre especial. Tumbaría a un elefante. Tendrás tu oportunidad de hacerte con mi pasta. Pero si la bola va dentro, va dentro"
Levanté el taco, porque la bola estaba pegada a la banda. Jugué. La bola entró. Y resultó que Aaron Harris había estado marcándose un farol con sus amenazas. Seguramente se dio cuenta de que yo no sabía quién era él incluso después de todo ese tiempo, ¿sabes? Me dijo: "OK, chaval, eres el mejor. Préstame un par de dólares"
Le dije, "Así es como se piden las cosas. Si quieres un par de dólares, te los doy con gusto. Pero no vuelvas a vacilarme porque nadie lo ha hecho hasta ahora"
Cuando se fue se me acercó un amigo mío, uno de los mejores jugadores de Nueva Orleans. Solía llevar a modo de gemelo un diamante tan grande que nunca conseguía abrochárselo... No había forma de que nada aguantase su peso. Se le soltaba siempre. Se llamaba Bob Rowe. Era el tipo que en el hipódromo llevaba los caballos de carreras a la pista. Murió hace algunos años.
Me dijo: "Chico"… me llamaba así porque era algo mayor que yo, "no juegues con ese tipo nunca más"
“¿Por qué iba dejar de jugar con semejante idiota? Todos los días le saco algo de pasta, ¿por qué iba a dejar de hacerlo?"
"¿Sabes con quién estás jugando?"
"Sí", le dije.
"¿Ah, sí? ¿cómo crees que se llama?"
"No sé cómo se llama pero lo conozco"
"Te voy a decir cómo se llama", me dice, "así igual te enteras"
"Vale, venga, suéltalo"
"OK. El tipo es Aaron Harris", me dice.
(Roll rasga la guitarra otra vez)
Por supuesto nunca más volví a jugar al billar con él. Decidí que, a partir de entonces, haría buenas migas con Aaron. Y nunca intenté sacarle un centavo. Ya escribían canciones sobre él, porque era muy conocido como asesino.
No debería hablar de él así ahora que está muerto. Porque se lo cargaron. Pero yo mismo escribí una canción sobre él:
"Aaron Harris era un mal bicho / Aaron Harris era un mal bicho / El tipo más malvado / Que jamás haya pisado esta tierra / Mató a su dulce hermanita y a su cuñado / Mató a su dulce hermanita y a su cuñado / Por una taza de café / Mató a su dulce hermanita y a su cuñado / Nunca fue a la cárcel por ninguno de sus asesinatos / Nunca fue a la cárcel por ninguno de sus asesinatos / Tenía una mujer hoodoo / Y a ella le hacía pagar la cuenta / Todos los polis le temían / Todos los polis temían a Aaron / Siempre podías saber / Cuándo Aaron Harris andaba cerca / Empeñó su pistola una noche para jugar una timba / Empeñó su pistola una noche para jugar una timba / Cuando el viejo Boar Hog le disparó el tiro / Que lo borró del Libro de la Vida”
Era el tipo más duro del mundo. Tío, un sujeto tremendo. Capaz de masticar hierro y escupirlo convertido... en hojas de afeitar. Y de hecho masticaba... te juro que masticaba cristales si quería. Capaz de sacarle las tripas a cualquiera. Un tipo duro, así era. El más duro.
[Nota: Aaron Harris (1880-1915) fue uno de los 14 hijos de un tendero negro de Nueva Orleans, George Harris, y de su mujer Mary Jane Moore. La familia vivió en el 2238 de Cadiz Street en el distrito 13 hacia 1900. A pesar de su reputación en Nueva Orleans, Harris nunca fue a la cárcel por ningún crimen, aunque sería juzgado por la muerte de su hermano, Willis Harris, en 1910. Alegó defensa propia y fue absuelto. Tras una acalorada discusión, Willis atacó a Aaron con una navaja y este le disparó a sangre fría a la cabeza. En 1915 trabajaba de proxeneta en varias casas de relax. Boar Hog, sobrenombre de George Robertson, un vigilante de la Compañía de Ferrocarriles de San Francisco, acusó a Aaron de robar suministros a la compañía. Aaron, que nunca dejaba pasar una amenaza, dijo que mataría a Boar Hog.
En la fatídica noche del 14 de julio de 1915 Aaron salió del trabajo y al bajar por la Avenida Tulane tropezó con Boar Hog. Echó mano de su Colt .41 pero Boar Hog fue más rápido y disparó a Aaron dos veces con su Colt.44. Aaron cayó muerto. Como cantó Leadbelly en los estudios de Capitol Records en Los Angeles en octubre de 1944, cuando grabó la fantástica balada "Ella Speed", Aaron Haaris "estaba muerto cuando llegó a su casa, cubierto de sangre".]
(Continúa tocando distraídamente la guitarra)
Mira, resulta que Aaron... La razón por la que se libraba siempre de sus tropelías y crímenes era que esa mujer, Madame Papaloos... siempre estaba detrás de él protegiéndolo. No me refiero a que le pagara las fianzas, o algo por el estilo. No tenía que ver con el dinero. Tal como yo lo veo Papaloos era una mujer hoodoo. Algunos se refieren a ello como... vudú, aunque nosotros aquí en Nueva Orleans preferimos hoodoo. En fin, se supone que Madame Papaloos…. bajo ciertas evidencias, se dejaba caer por la casa de Aaron. Quitaba las sábanas de las camas y cegaba con ellas las ventanas, volcaba los colchones... Revolvía las sillas poniéndolo todo patas arriba... Se supone que eso detenía a los jueces. Y los testigos... les ataba la lengua, se dice, utilizando lenguas de corderos. De bueyes y de terneras, que compraba en el mercado. Las llenaba de agujas. Eso es lo que escuché. No lo sé, yo no la vi personalmente hacer todo eso de las agujas. Y las ataba para que todo funcionase. Todas las lenguas atadas con diferentes bramantes...
Se decía que eso detenía a jueces y fiscales e impedía declarar a los testigos, les ataba la lengua de ahí en adelante y no podían acusarlo, da igual quién hubiese sido la víctima. No la víctima, quiero decir... el detenido, el prisionero. Así que Aaron Harris siempre se libraba de todas.
(Este es el famoso hechizo "de los juzgados")
Por supuesto Nueva Orleans estaba por entonces plagada de tipos terribles, porque Nueva Orleans... donde quiera que haya dinero, encontrarás tipos duros. No se puede evitar. Aunque también teníamos gente estupenda.
Otro buen elemento era Sheep Eye ("Ojos de Borrego"). Era el más duro, hasta que Aaron Harris empezó a dejarse ver. Cuando apareció Aaron... le demostró que no era más que un corderito. Como todos los demás.
Era también otro de los que iban atracando. Se dejaba caer por las timbas... Las "casas de relax" como las llamábamos, "juegos de relax", como el póquer español a tres cartas. Y se llevaba toda la pasta. Te maldecía, te pegaba y te pateaba, sacaba la pipa y con ella te abría la cabeza. Estuvo bien cuando apareció Aaron Harris. Porque podía ser el tipo más agradable del mundo, encantador.
(¿Tienes alguna canción sobre Sheep Eye?)
No, nunca compuse ninguna, porque era un cobarde, ¿sabes? Espero que ahora esté muerto, porque si no, el muerto voy a ser yo.
2 comentarios:
Increible historia seguramente cierta. ¡Qué grande es el jazz! Lomax debió disfrutar mucho su larguísimo periplo musical, un gran hombre.
Y por supuesto, magnifico Jelly.
Gracias por enseñarnosla Signor. Como siempre exquisito artículo.
¡Un privilegiado Mr. Lomax! No será la última vez que saquee sus archivos. Saludos des
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