La versión ultra dramática que esta banda de
Denver hace de un conocido bolero popularizado por el cine de Almodóvar –cantado
en español, como gran parte de su repertorio– podría presentarlos como consanguíneos
de la Rebekah del Río que protagonizaba una de las escenas de “Mulholland
Drive”: la inolvidable Llorona De Los Ángeles.
En realidad, Tarantella son la combinación
perfecta entre una road movie de David Lynch, aquel ”Bonjour Tristesse” que
hizo inmortal a Jean Seberg en 1958 y los interminables westerns que
conforman el subconsciente colectivo de la humanidad de aquí a China. John
Rumley, uno de los fundadores junto a Kal Cahoone, confesaba a Thank You For
Clapping que hay mucho de visual y cinematográfico en su música:
“A todos nos
han influido las películas del Oeste, los dramas, todo lo que huela a
nostalgia. Las veo proyectadas en mi cabeza cuando compongo, no es solo que pueda
escuchar su música. Es más bien parte de ti, como estar atravesando el desierto
y no haber bebido una maldita gota de agua en dos días, y no tener esperanza de
salir de allí. Entonces, de repente, empieza a llover. La lluvia cae sobre ti,
levantas la cabeza al cielo y sabes que estás salvado. Pero la lluvia arrecia,
cae como un torrente y de nuevo ves que la salvación se te va de las manos.
Luchas tratando de sobrevivir, y al final la lluvia se detiene y aparece ante
ti el arco iris. Me encanta la mezcla de música y películas. El poder de la
música en las películas. Las bandas sonoras”.
Resulta obvio mencionar a Ennio Morricone,
pero Rumley no pasa por alto la partitura que Neil Young compuso para “Dead
man”, el film de Jim Jarmusch con Johnny Depp. Muerte y pérdida, y una muy
peculiar ironía socarrona, también son colores que adornan el corpus gótico de
“Esqueletos”, el debut de Tarantella para el sello hardcore que dirige Jello Biafra desde San Francisco con mano de hierro, Alternative Tentacles.
¿Que
tú eres demasiado punk para rendir tu Álamo ante los románticos ataques de
textos como “Nuestros esqueletos de amor
vigilan en las piedras / sobre la arena / sueño con que el viento por fin nos
deje / tranquilos”? Bien, en Tarantella
no hay sitio para los prejuicios. Sensuales y pesados como una resaca emocional combatida
a golpe de tequila y Bloody Mary, el proyecto formado en el 2000 por Rumley y Cahoone es
la calma chicha de los espíritus atormentados, capaces de evocar tanto un
decadente club kitsch de los años 50 como las resplandecientes islas del
Mediterráneo, los cabarets europeos de entreguerras o las grandes planicies desérticas
que se extienden al este de Denver.
Parte de la culpa la tiene Kal Cahoone,
vocalista de indefinible misterio, la voz más encantadora de todo el Medio
Oeste:
“Hay que
decirte que realmente me intimidas con tus emails tan largos y bien escritos. Sabes
que no soy argentina –me corrige en imperfecto español cuando la tomo por tal–, soy una pobre yanqui. Realmente me nací
en California y me crecí en Denver. No tengo ni un solo pariente que hable el
español. Lo intento igual, porque me encanta el idioma. Pasé unos seis meses en
Sevilla estudiando en una universidad privada hace trece años. Estudiamos mucha
literatura española. Uno de mis recuerdos más fuertes es un día, cuando estaba
en el parque María Luisa y me encontré frente a la estatua de Bécquer. Estaba
allí con unas mujeres todas de negro alrededor de un árbol inmenso. Me senté
allí un largo rato, confundida y perdida… De repente apareció un hombre y me
dice: “¿No sabes quién es?”, y realmente yo no lo sabía todavía. Empezó a
contarme la historia de Bécquer y su importancia en Sevilla y luego lo estudiaba
en la universidad. ¡Qué romántico era! ¡Dios mío! Me enamoré de él y de esa
estatua… ¡Qué maravillosa!”
“También me
emborrachaba mucho… bueno, yo era muy joven y muy romántica. Después de
titularme en español me fui a Chile. Me fui sola y quería saber más de Pablo
Neruda. Viví unos seis meses allí, también sola, vivía cerca de una casa de
Neruda y también fui a visitar mucho la Isla Negra. Después me cansé porque no
tenía plata y me fui para la Argentina en el bus. Allí conocí a Basso”.
Basso es Christian Basso, músico argentino con
quien Kal acabaría casándose:
“Nos dimos
cuenta de que compartíamos gustos (Nick Cave) y empezamos a salir juntos, y a
componer. Yo encontré mi voz. Volvimos juntos a Denver. Realmente él sufrió
mucho aquí. No hay apoyo para los músicos y sufrimos mucho. Yo no sabía qué
hacer, con un amigo como Jeffrey Paul (Norlander, fundador de The Denver
Gentlemen), que no quería tocar con nosotros y no nos trató muy bien. Basso
volvió a la Argentina y yo le seguí, pero sufrí mucho estando allí. No querían
a los yanquis y me sentía muy sola. Nunca pudimos hacer música juntos, y yo
necesitaba a mi familia, así que volví a Denver. Por eso sigo aquí. Tarantella
nació cuando conocí a John Rumley. Desde entonces componemos juntos”.
Tras la incorporación de la violinista Kelly
O’Dea, miembro también de los Painted Saints de Paul Fonfara y de The City of
Bad Luck (la escena underground de Colorado siempre se ha caracterizado por su
inclinación incestuosa), la formación iría completándose con Ordy Garrison a la
batería (Painted Saints; hoy en Woven Hand), sustituido por Chad Johnson, Dan Jon Grandbois y
el maestro de ceremonias “Big Bad” Bob Ferbrache, a quien reclutaron
definitivamente mientras jugaban una timba de póquer.
Productor e ingeniero de sonido, también
miembro ocasional de Woven Hand, Bob Ferbrache es el dueño y señor de los
estudios Absinthe en Denver, en las antiguas catacumbas de Westminster en
Colorado, próximos al sagrado Pilar del Fuego (“Mosaic” de Woven Hand, al igual que "Esqueletos", se grabó
allí). Un tipo peculiar, conocido por haber compuesto una suerte de ópera infernal
orquestando declaraciones de Charles Manson bajo el nombre de Blood Axis.
Decir que el spaghetti western cabaret de
Tarantella encajaría sin problemas en la colección “Ultralounge” no sería errar
del todo. Su exuberancia sonora, el misterio y el encanto que parecen tocar cada
una de las canciones de “Esqueletos” se despliegan sin prisas a través de un eclecticismo sorprendente; un
espectro de influencias tan exótico como los títulos: “Dame Fuego”, “Dark Horse”,
“Misa Gringa”, “Mexican Wine” o, naturalmente, “Tarantella”, el particular homenaje de Kal a la vieja danza de
origen renacentista de sus ancestros –su abuela era italiana–, a su vez fundada en la creencia
supersticiosa de que tal veneno arácnido, convenientemente dosificado, podía
curar todos los males: otorgar la gracia del olvido, burlar a la mala suerte,
remover las aguas del hastío.
El mismo Aureliano, traductor latino de los
clásicos griegos y uno de los primeros en estudiar la bilis negra, estaría probablemente de
acuerdo en ofrecer este dulce electuario musical a cualquiera que se haya visto atrapado por la acedia, la "vestigia flamma" y los melancólicos demonios del mediodía que consumen el espíritu
humano:
“Puedes
hacer cualquier cosa con solo pensarlo. Si quieres escribir una canción rock lo
haces, si quieres escribir una canción folk lo haces, ¿por qué tendríamos que
ponernos límites?”, protesta John Rumley, reacio a dejarse morir en un único agujero; un tipo que fabrica sus propios instrumentos y
que se muestra incapaz de escoger entre la religión y las drogas (“Oh, está claro que una combinación de
ambas es lo mejor”).
Cahoone, que es profesora de español en la
Universidad de Denver, madre de una niña y activista por los derechos de los inmigrantes
mejicanos, parece confirmar con sus palabras, mientras bebe vino tinto barato,
que solo con la ayuda de la imaginación y de una cierta perversión en la mirada
encontraremos nuestro lugar en este mundo:
“¿Que por
qué hemos llamado al disco “Esqueletos”? Bueno, viene de esa tradición
mejicana, ya sabes, el Día de los Muertos. Todos bailan y se ríen de la muerte,
es como la fiesta del fuego. Me gustaría que nosotros también dejáramos de
considerar la muerte como algo triste y frío. Pero particularmente me ocurre
algo sobre esto: a veces cuando me aburro con la gente me sorprendo tratando de
visualizar sus esqueletos. Puedo verlos moviéndose, como en una danza. Es algo
que no puedo evitar. Soy una freak, chico”.
Agosto, 2006
DISCOGRAFÍA
Tarantella
“Esqueletos” (2005, Alternative Tentacles)
Kal Cahoone
“Build the Fire” (2010, Helmet Room Recordings)
“Saints and Stars” (2010, Kal Cahoone records)
Kal Cahoone & The Dirty Pretty
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