18 de junio de 2004
Edimburgo
El taxi que nos lleva al Queens Hall, la segunda sala de
conciertos de Edimburgo, atraviesa la Royal Mile dejando atrás tabernas,
coloristas tiendas de souvenirs y viejos cementerios victorianos expuestos al
paseante como un cadáver patas arriba; llueve desde el día anterior y los
closes o wynds, callejuelas sin salida o estrechos atajos entre las arterias
principales, están por todas partes, pasadizos de donde uno espera ver salir
cualquier cosa; pero ni todos los fantasmas de esta ciudad podrían llenar los
extensos, crepusculares espacios conjurados por la imaginación de Jim White a
través de sus discos.
Desde que en 1998 "Wrong-Eyed Jesus" lo colocara en ese mapa conocido como Americana –evolución de estilos de raigambre
tradicional, da igual que sea folk, country o blues–, Jim ha consolidado una
corta pero irreprochable trayectoria en la periferia de las cosas. Su disco
llamó la atención no solo por el hecho de venir avalado por David Byrne en
un momento en que lo exótico estaba de moda, o por los elogios de Rickie Lee
Jones o REM; ni siquiera por su extraño y fabuloso interior, suspendido todo él
en la cuerda floja que separa la realidad de la ficción, la lucidez de la
insania. También destacaba la biografía que traía bajo el brazo: concebido
durante un viaje a través de los Estados Unidos y criado en los alrededores de
Pensacola, Florida, "la hebilla del cinturón religioso de América" (y
la ciudad del mundo con más iglesias por habitante), Jim, de nombre verdadero
Mike Pratt, creció en el corazón del sur, lugar donde se presupone un fuerte
sentimiento de comunidad e identidad pero que ha producido más singularidades,
por no decir anomalías, que casi ninguna otra zona del país exceptuando quizá
San Francisco.
Un yanqui para sus vecinos, un sureño para los yanquis, el
joven Jim se enredó con las drogas antes de orbitar alrededor de la religión,
irremediablemente mezclada con el oxígeno que respiraba, lo que lo llevó a
predicar el fin de los tiempos hasta que la cordura le advirtió de lo
irrelevante del mensaje:
"Adonde quiera que iba podía
sentir cómo era controlado por una misteriosa fuerza, como una marioneta a la
que manejaran con hilos. Pensé que solo podría escapar sentándome y quedándome
completamente quieto. Al cabo de unos pocos años los hilos se habían ido".
Ignorado o detestado por sus vecinos –cree que todavía lo
recuerdan–, pone tierra por medio entre él y los pantanos y enfila a Nueva
York, donde desempeña diversos trabajos de poca monta. Poco después lo
encontramos trabajando en Ámsterdam como modelo de pasarela; allí su vida
transcurre sin demasiados contactos, paseando por las calles de la única ciudad
europea cuyo plano está diseñado en forma de círculos concéntricos, como los
viejos diagramas medievales del infierno, observando con curiosidad su
alrededor y tratando de acostumbrarse a sus ya famosas visiones e inesperados
encuentros:
"Un día oí que sonaba un blues,
algo fuerte y guapo, como del Delta y tal. Callejeando me encontré con un
hombre sentado en una montaña de almohadas. No tenía piernas y las manos le
salían casi directamente de los hombros; el tío estaba tocando slide guitar y
cantando, fue el mejor blues que he oído en toda mi vida. Aquel tipo sacó
partido de sus limitaciones, por lo que yo hice lo mismo que él, aprendiendo a
tocar los acordes abiertos con un único dedo".
Unos meses después conduce un taxi, de nuevo en la ciudad de
los rascacielos, sobre la cual, según sus propias palabras, “me convertí en una especie de erudito,
llegué a conocer cada luz de la ciudad y llegué a conocer incluso el parecido
de cada luz con cualquier otra luz”.
Entretanto languidece en un cuarto e intenta graduarse en la
universidad y escapar del zen, una fe en la que, para variar, también ha
terminado cayendo. Ya no es ningún joven y su impresionable espíritu ha estado
a punto de naufragar varias veces. Es al final de esta época cuando a
instancias de un amigo graba una maqueta que pasa por diversas manos
afortunadas (las de Sylvia Reed y su marido el song-writer Joe Henry, hoy su
mejor consejero en el negocio, las de la hermana de Madonna, que trabaja para
la industria, y finalmente la gente de Luaka Bop) hasta acabar materializándose
en un EP de cinco temas y en su debut, "El Misterioso Relato de Cómo Grité
Jesús de los Ojos Chungos!".
En su primera maqueta había utilizado cucharas como percusión
y tubos para reverberar la voz, y en
este disco Jim White no cejará en aberrar las posibilidades de un gran estudio
de grabación. Las comparaciones con Tom Waits y Captain Beefheart arrecian, más
o menos justificadas a pesar de que él afirma no saber nada del Capitán hasta
ese momento; pero no es solo en su heterodoxo estilo y en las variaciones de
ritmos folk y country en donde encontramos un espíritu similar, tampoco en su
humor, que como el del viejo Tom nos lo muestra fascinado por el lado grotesco
y trágico del mundo. Bajo todo ello se esconde un músico cerebral, como siempre
lo han sido Waits y Beefheart. Y un instinto que lo lleva del folk al country o al rock, pasando por el soul, el pop o el hick-hop (hip-hop paleto, para
entendernos).
Irreverente o
enigmático, adicto a la impostura o confesional hasta el embarazo, Jim White es
como un cruce de Woody Allen y David Lynch, marcado por esa misma distorsión
que se debate entre la comedia y el desconsuelo. Un extraordinario narrador que
no puede evitar confundir incluso a quienes se encuentran cerca de él. Paul
Fonfara, ex-Devotchka, ex-Woven Hand, líder de Painted Saints, multiinstrumentista
de Colorado al que reclutó para su reciente tercer álbum “Drill a hole in that
substrate and tell me what you see”, me comenta que poco antes del tour europeo
se veía incapaz de estar a su altura. Cuando le recuerdo que tres meses antes
me habló de lo mal guitarrista que era explica que simplemente se equivocó con
él, "me da mil vueltas, es un músico asombroso".
Ya en los camerinos del Queens Hall Fonfara me presenta al
resto del grupo y charlamos un rato sobre el disco que ha grabado, "Miles
of twine", que ha estado sonando antes de los shows europeos. Está
contento porque los fans de Jim se lo quitaban de las manos. Se levanta para
atender una llamada y en ese momento un tipo alto con patillas se le cruza en
dirección a los aseos sin echarnos ni un vistazo. El tiempo transcurre en
silencio, tras la puerta se escuchan toses y no puedo evitar ponerme un poco
nervioso. Jim podrá haberse convertido en un consumado comediante pero no
olvido que se trata del autor de "A Perfect day to chase tornados" y
eso, para mí, no es una bagatela. Empiezo a imaginármelo montándome una escena
como Peter Stillman en "La ciudad de Cristal" en su primer encuentro
con Daniel Quinn: "Hola. Mi nombre es Jim White. Ese no es mi verdadero
nombre. Sí. No. No sé".
El hombre alto reaparece enfilando hacia la salida, lo que
aumenta mi confusión pero de pronto da un giro hacia nosotros con la mano
extendida. Se mueve de forma curiosa y su saludo es amigable. Lleva una vieja
gorra verde con visera que le hace parecer un conductor de tractores. Cuando lo
miro a los ojos me viene instantáneamente a la cabeza el príncipe Myshkin de la
novela de Dostoyevski. Reprimo mi imaginación. Es solo Jim White.
¿Recuerdas algo de
España, cuando abriste para David Byrne y te hicieron una entrevista para Ruta 66?
Recuerdo el nombre sí, pero no recuerdo a la persona. ¿Eras tú?
No, era otro. Y de
España, ¿recuerdas algo?
No recuerdo nada de España. No recuerdo nada del mundo, es
demasiado… –masculla algo–… En el último mes he conocido a tanta gente que he
tenido que borrar de mi cabeza a todos los anteriores para hacerles hueco a estos.
No creo que mi música les guste a muchos en España, ¿verdad?
Bueno, sí y no. Puse en
contacto a tu mánager con el organizador de un festival que se realiza todos
los veranos en una isla española y que trata de llamar la atención de Tom
Waits. Se llama "Esperando A Waits".
No sé nada, es lo primero que oigo. Él se encarga de eso.
Este verano giramos por América con Lucinda Williams, así que supongo que era
imposible.
Te gusta Tom, ¿no?
¡Hombre! –lo dice como si le hubiese preguntado si los monos
comen cacahuetes.
Ok. Cuando salió tu
segundo disco "No such place" dijiste que había sido un esfuerzo agotador,
¿ha sido así esta vez? Hubiera jurado que eras de esos que disfruta trabajando
en el estudio, como Orson Welles en la sala de montaje.
Esta vez ha sido distinto. Hasta ahora era yo y alguien más
en el estudio y yo sugiriéndole, qué tal esto... no, no... ¿Y esto?... no, no…
¿Y esto? no, no, no, y así durante diez horas; con este grupo de músicos ha
sido distinto. Funcionaba. Joe Henry es el productor y me dijo que debía
confiar en ellos. Yo pensé: ¿Y por qué? Nunca había confiado en otros antes,
pero resultó que sabían lo que estaban haciendo. Cuando les mostraba una idea,
entendían a la primera.
Los arreglos son bastante
complejos.
Eso es porque nos inclinamos hacia lo sencillo.
¿Empiezas imaginando
una melodía? ¿Una historia?
Por supuesto, primero empiezo recopilando apuntes, notas, que
son como ideas sobre el mundo; cosas que leo en los periódicos, expresiones de
la gente... Luego cuando empiezo a escribir la canción, que no sé bien lo que
significa escribir una canción, simplemente empiezo a tocar la guitarra o el
teclado y escucho, a medida que trabajo, notas y melodías que no había
escuchado antes, simplemente aparecen......y entonces intento, bueno, si tienes
una idea muy concreta y organizada, tienes que hacer que encajen las palabras y
esto sucede si el espíritu de las palabras es el mismo que el espíritu de la
música. En mi primer disco las canciones eran muy complicadas. En este algunas
son muy sencillas pero suenan complejas porque si tú compones algo simple al
final acabas desarrollándolo, si tú elaboras algo complicado sientes el tirón
hacia la sencillez porque debe encajar con la estructura. Algunas de las
canciones, “Combing my hair”, “If Jesus Drove A Motorhome”, suenan complejas
porque los músicos hicieron maravillosos diseños para ellas.
En los viejos días del blues
a los músicos se les pagaba con un puñado de dólares en mano y copias de sus
propios discos, ¿no crees que el futuro ha hecho retroceder al negocio de la
música al pasado prehistórico, y que suena casi a broma?
No sé si entiendo a qué te refieres, pero debería decir que
la mayor parte de los músicos como yo no ganamos mucho dinero. Es un poco como
los viejos músicos de blues o incluso como en Motown con Barry Gordy. Gordy
contrataba a cincuenta compositores, que le escribían unas cinco canciones a la
semana, y si esas canciones le daban cincuenta millones de dólares él les
pagaba lo estipulado, un puñado de dólares. Es bastante duro salir adelante con
esto a veces. En América soy considerado un tipo pobre. No es algo que me
moleste, pero significa que los que
tenemos una familia y responsabilidades no lo tenemos fácil. Es algo que tienes
que aceptar, ser pobre, si quieres ser un músico. No hay manera de arreglar
esto, especialmente ahora con la tecnología, ahora puedes descargarte discos
enteros, no necesitas ir a la tienda y pagar por ellos para escucharlos. Es una
época extraña. Muchas compañías se han venido abajo. En la mía Luaka Bop,
cuando empezaron, trabajaban doce personas. Ahora solo hay una, una sola
persona. Y tengo suerte. En muchas, se han reducido a ninguna. No es un buen
momento para la música, eso está claro.
Tengo entendido que te
pasas el día escribiendo. ¿Estás en contacto con alguna editorial?
Tengo casi terminado un libro, es un álbum de historias
cortas. Mi vida entera es como una larga serie de anécdotas y si las contara
todas ocuparían unas cinco mil páginas.
Así que tuve que hacer una selección para explicar... lo que trato de
explicar. Debo haber recopilado unas veinte. Me exprimí mucho la cabeza.
Leí que estuviste en
tratos con alguna hace años.
Si, con Norman Books, que es una editorial muy buena aunque
hay muchas otras interesantes, y empezamos a hablar sobre el libro y, bueno,
resulta que también hago fotografías y pinto, y dibujo y me hubiese gustado
incluir todo eso en el libro, pero enseguida dijeron: no, no, no... ¿Y sobre la
portada?, les pregunté. ¿Poner algo en la portada? Y dijeron no, no, no, y a
todo no, no, no... Yo les decía, vale, tenéis que poner algo en la portada,
simplemente considerad mis fotografías, vi que no iba a ser nada fácil y al día
siguiente les respondí que no había trato. Se preocupaban por cada maldita cosa
así que les dije, pues adiós. He tenido más ocasiones pero tampoco quiero
precipitarme y hacer un libro del que me arrepienta más tarde, porque tal vez
no tenga nunca más la oportunidad de hacer algo así.
No es una mala idea incluir fotografías, cuadros, adoro la imagen, es lo que más me gusta de todo lo que hago. Me gradué en cine también. Soy una persona solitaria así que la fotografía es buena para mí, tengo un maravilloso álbum de fotografías y he podido incluir algunas en el libreto interior de mi último disco, así que confío en que cuando finalmente se publique mi libro incluyan algunos de estos cuadros y fotos, simplemente para que quienes lo compren se hagan una idea de quién soy, y entiendan lo que digo.
[Nota: al final sería así, en 2009, con ocasión de su
exhibición en la Douglas Hyde Gallery de Dublín: “Wild-Eyed Tree/Superwhite!”,
un delgado volumen conteniendo historias, dibujos y fotografías]
Sobre el humor de tus
canciones, sueles comentar que a veces el público no lo pilla. Tal vez sea algo
cultural, en ciertos lugares la gente por ejemplo no suele reír con Samuel
Beckett. Recuerdo una entrevista con Kafka, quien solía quejarse de lo mismo...
Hablaban de Chesterton y de la alegría y el periodista le hizo una pregunta
extraña: si no pensaba que había algo inmoral en reír en estos tiempos... (se
ríe)... Recuerda que era una charla entre judíos en la Europa pre-nazi. Kafka
le respondió que no, que en este mundo impío el humor era lo único que podía
ayudarnos a no caer en la desesperación.
Esa es una respuesta desesperada. Yo no lo estoy tanto. Creo
que el humor es una herramienta. La puedes utilizar bien o la puedes utilizar
mal. A veces la usas de un modo desesperado, otras de un modo más casual. Pero
es algo necesario para nuestra mente. Las culturas sin humor no progresan
mucho. Pero las culturas con demasiado humor tampoco progresan mucho.
¿Crees que en EEUU lo
captan?
Aaaaah.... Un montón de gente (risas). Algunos lo hacen. Pero
en mi país no me conoce nadie. La gente que escucha mi música en América suele
estar compuesta por estudiantes, intelectuales interesados en música.
En Europa casi también
es así, ¿no?
Sí, sí, gente así, profesores de universidad, estudiantes. No
es demasiado sexy, no tengo unas audiencias demasiado sexys me temo.
En un artículo sobre ti
se nos advertía sobre el riesgo de creernos tus historias. No es la primera vez
que leo algo así.
¿Te refieres a si son cosas verdaderas?
Bueno, y al poder de
fascinación que ciertas cosas ejercen sobre nosotros. ¿No crees que a veces la
música, las palabras, pueden conducirnos a una oscuridad mucho mayor y más
peligrosa, por confortable? Como un diablo que nos prometiera el Árbol de la
Ciencia, llevándonos en cambio a las tinieblas que pueblan los exteriores del
paraíso. Pienso en Skip James, ¿lo conoces?
No. No sé nada de música. Yo crecí ignorante de todo lo que
no fuera las pop songs que sonaban en la radio.
Pero te gusta el blues
del Delta.
Conozco el Delta y me gusta. Pero nunca lo escuchaba cuando
era un crío. Nadie de mi entorno escuchaba blues en esa época. Nadie escuchaba
blues, nadie.
Bueno, creo que si Skip
James dejó sus blues durante treinta años fue porque creyó que al final
acabarían matándolo, ¿puedes entender algo así?
Siempre hay un riesgo en lo que haces... Existen dos modos de intentar llegar a Dios, el correcto y el equivocado. Si intentas llegar a Dios por el camino equivocado, no podrás.
Si eres una persona con el don de apreciar la belleza y tratas de llegar a Dios
solo a través del arte y de la estética, no podrás. Si estás lleno de dolor y
tratas de alcanzar el éxtasis a través de ese dolor, no podrás. Debes encontrar
tu otro camino. Creo que si Skip pensó eso de sus blues hizo bien en dejarlos.
A veces tienes que reconsiderar las cosas.
Para mí la música ha sido siempre una terapia, un lugar de paz. No me
hacía enloquecer. Pero la tradición en música dice que si tú haces esto hoy,
tendrás que volver a ello mañana, y también al día siguiente. El público te
encadena a tu trabajo. Esa clase de espíritus torturados suelen encontrar su
sitio en la música y en las artes en general pero si esa persona triunfa en el
fútbol seguirá teniendo sueños de muerte, solo que referidos al fútbol. Algunas
personas solo desean destruirse. Si la música te lo pone demasiado fácil para
hacerlo, porque la música puede hechizarte de la peor manera, y tú quieres
vivir, debes alejarla de ti. Si lo que deseas es morir, toma tu opción, aunque
sientas que acabará matándote. Pero no es algo que yo recomiende porque si
resulta que en el último momento descubres que realmente no querías morir,
puede ser tarde, ¡demasiado tarde!.
No está clara la
distancia que pones entre tú y tu obra, entre Jim White y tú. En este sentido
creo que algo fundamental ha cambiado desde los días de "Wrong-eyed
Jesus", algo referido a ese desdoblamiento del que te servías… la relación
con tu Doppelgänger.
No, no, no... –lo dice como si debiera quitarme esa idea de
la cabeza–, es lo mismo, exactamente lo mismo que entonces. Todo lo que he escrito es sobre cosas que he
vivido y sobre cosas que he soñado, una de dos... La diferencia es que cuando
escribí esas canciones para el primer álbum yo estaba desesperado, intentando encontrar
una razón a por qué andaba por este mundo. Realmente me sentía como si no
debiera estar aquí, como si debiera morirme. De modo que escribí esas canciones
con el pensamiento de este triste mundo del que debía despedirme sin remedio.
Ya no me siento así, nunca más. No creo ahora que sea un mundo tan triste.
Adonde quiera que voy me encuentro con gente amable e interesante. Así que creo que esa es la diferencia
entre ese álbum y estos últimos, que me siento más a gusto en este mundo, y
realmente creo que mucha gente preferiría verme, uh, desesperado (risas), y
oye, es interesante esto, es como ese pintor, El Bosco, ¿lo conoces? Pintaba
cuadros del infierno, terribles pesadillas esquizofrénicas, en un momento dado
empezó a pintar cuadros más amables y más simples y la gente se enfadó con él,
porque adoraban sus cuadros del infierno.
Bueno, es una cuestión,
en fin, de magia y de cualidad... Yo creo que ciertas cosas solo surgen... solo
las encontramos cuando lo hemos perdido todo... Claro que yo me alegro de que
hayas dejado atrás eso y te deseo todo lo mejor, pero no creo que puedas volver
a componer algo como "Still Waters" nunca más, ni a reproducir la
atmósfera llena de tensión de tu primer disco,
no puedes (aquí me hago un lío) no puedes conseguir algo a cambio de
nada.
Gracias, ejem… No creo que "Still Waters" sea mi
mejor canción, es una buena canción... Hay una historia sobre ella, escribí “Still
Waters” y pronto me di cuenta de lo complicada que iba a resultar, y me llevó
tiempo entender lo que estaba haciendo y lo que trataba de decir. Y era sobre
volver a la vida, de lo que hablaba. Y mientras estaba trabajando en este disco
intentaba resolver “Static on the radio” que es una canción muy difícil para mí
y que me recordaba a “Still waters” en algún sentido. “Still waters” me llevó
dos meses, “Static on the radio” cinco años, cinco años luchando y tratando de
llegar al fondo, de encontrarle sentido. Quiero decir, que me preguntaba, ¿pero
qué trato de decir con esto? Era como si tuviera algo dentro de mí, algún
objeto extraño y ajeno que tuviera que sacar antes de que se convirtiera en
algo peor.
¿No te molesta cuando
alguien te dice que una canción como "Still Waters" es algo muy personal
para él? ¿No es una sensación extraña?
No, no, no, es como… tú escribes esto y miras cómo se va y se
aleja de ti. Estoy agradecido porque prueba que no soy un loco hablando conmigo
mismo. Cuando personas de todos sitios me dicen lo importante que ha sido para ellas
algo de lo que yo he hecho, me hacen sentir como si volviera al mundo, al mundo
de las conexiones y relaciones, porque yo he estado muy fuera del mundo y
puedes perderte para siempre si haces eso y... y... Hay otra historia sobre
esto –se remueve en su asiento–, cuando era joven quería desaparecer, porque
pensaba que este mundo no era un buen lugar para mí, así que me perdí en mi
propio interior, pero el mundo hacia el que me dirigía parecía alejarse de mí a
medida que intentaba alcanzarlo y llegué a estar cada vez más y más perdido, y
así, durante mucho tiempo, me encontré viviendo en la nada y en un momento
determinado renuncié a encontrar mi camino, y extrañamente, cuando renuncié de
verdad, y asumí que lo había perdido todo y había fracasado, entonces... la
gravedad del universo... me devolvió al mundo de la gente, y de esos días viene
“Still waters”, y de esos días viene “A perfect day to chase tornados”, de los largos
días en que me encontré así, antes de sentir que regresaba a mundo de los
vivos. Estoy agradecido a la música por toda la ayuda que me ha prestado.
Hablando de cine, creo
que podemos verte en una película...
Así es –Se arrellana en el sillón, aliviado de que acaben mis
intentos de psicoanalizarlo con burdas tretas de interrogatorio del FBI, dispuesto a promocionar “Searching for the Wrong-Eyed Jesus”, film documental
sobre el sur de EEUU realizado para la BBC por Andrew Douglas en el que Jim
oficia de cicerone. Premiado en varios festivales europeos, la película cuenta con la
participación de David Edwards de 16 Horsepower, el ex-New York Dolls David
Johansen y la Handsome Family, buenos amigos suyos; por desgracia lo que yo quiero
confirmar es la anécdota de si participó como actor en un bizarro film de terror hace
unos años. Cuando le digo el título, “La profecía”, se queda patidifuso.
En el papel de un...
¿empleado de tanatorio?
Oh… eso… ¿Cómo diablos sabes eso? –se ríe, pero de nuevo algo
incómodo; como de costumbre creo la estoy fastidiando otra vez–, pero, ¿tú la has
visto?
No. El protagonista es
Christopher Walken, hace de Arcángel San Gabriel combatiendo al diablo o
algo... es un film de horror de no hace mucho
No mucho, no.
Unos cinco años
Por ahí, sí... Ahora que lo dices, sí aparecía Christopher
Walken. Muchos amigos míos trabajan para Miramax, que es una compañía muy
importante en Nueva York. Me propusieron participar haciendo del tipo este que
lleva de aquí para allá a los cadáveres, cómo iba a negarme. He participado en
un par de films de terror, colaborando
también en el score y los efectos de sonido.
Ok, una última
pregunta, ¿estabas realmente en NYC cuando *** enfermó de muerte?
¿Dónde?
En Nueva York
Sí, sí. Hablé de ello,
hay una historia sobre eso.
"Blessings &
Curses", lo sé... así que ¿es una historia verdadera?
Oh, sí, sí... pero yo no sabía que estaba hablando con él,
creí que se trataba de un vagabundo, lo había visto por el parque un par de
veces, uno más... no recuerdo las cosas demasiado bien... la conversación no
fue muy larga, la recuerdo, pero no las palabras exactas. Yo estaba intentando
entregarle esa camisa, ya sabes, y él tenía esa pinta tan extraña... Me
respondió algo sobre la talla de la camisa, sobre lo pequeña que era. ¡No sabía
que era ***! Hablamos y hablamos y surgió esa absurda química y finalmente salí
corriendo de allí. Un par de días más tarde, en la universidad, vi su foto
colgando de la pared, yo estaba hablando con una mujer acerca de una subvención
y ella me vio mirando fijamente la foto, le pregunté quién era y me respondió,
es mi escritor favorito, y era él, el mendigo del parque... ***... Le conté la historia a la mujer. Me preguntó
en qué parque había sucedido eso y cuando se lo dije me respondió que en efecto
él solía ir allí a pasear todos los días, cuando estaba en Nueva York. Poco
después se sabe que enfermó, un par de meses más tarde leí en los periódicos
que dejó NYC y regresó a París y allí murió... Incluso si no hubiese sido ***
habría sido una historia divertida, y realmente no sé si se trataba de él, pero
estoy seguro de que sí.
He conocido a un montón de gente famosa medio loca. Una vez
tuve una visión... Fue en Nueva York, un día realmente frío, yo era taxista
entonces. El sol se estaba poniendo en esa última y mágica hora de la tarde, ya
sabes, ese hermoso, hermosísimo instante que llamamos entre luces, cuando no es
ni de noche ni de día, sino como medio de día. Conducía por uno de los barrios
residenciales de la ciudad y me detuve al lado de un edificio que creí
reconocer, lo había visto en “Crimes & Misdemeanors”, la película de Woody
Allen. Pude entender por qué a alguien se le había ocurrido imaginar una
película allí. Era realmente como estar dentro de un film o de un sueño, había
una atmósfera rara y singular y me di cuenta de que algo en mi cabeza se ponía
en marcha. Empecé a rememorar el argumento de la película, cuando a Martin
Landau, que es el protagonista principal, una mujer lo amenaza con arruinar su
vida, una mujer con la que ha tenido un largo affaire, y él considera la
posibilidad de matarla. Recordaba la conversación que mantienen. Él empieza a
torturarse luego con las consecuencias, la responsabilidad de acabar con una
vida humana, podemos ver con toda claridad cómo el peso del mundo cae sobre sus
espaldas, es realmente un momento poderoso del film. Y Woody Allen es
normalmente un bromista, y yo pensé: todo ese humor no parece hacerle muy
feliz, no debe darle mucha felicidad, cuando decide mostrarnos todo ese
sufrimiento. Todo ese humor, todos los chistes, tal vez sea tristeza lo que le
producen. Si pudiera hablar con él le daría las gracias por haber guardado por
unos momentos esa comedia, que hace reír a todo el mundo, para mostrarnos algo
con otro significado. Cinco horas después estaba dejando a un cliente frente a
un edificio, y de la puerta del edificio vi salir corriendo... a Woody Allen...
ocurrió... subió a mi coche. Quise decirle que había tenido una visión, pero no
fui capaz de empezar una conversación. Le pregunté, dónde vamos señor, y él
respondió, arranque, conduzca... Y yo le respondí, son las normas señor,
necesito saber adónde nos dirigimos, no tiene sentido que nos movamos porque
sí, necesito saber adónde debo ir, esa es la pura verdad, quiero que me diga...
75 en la Quinta, que es donde vivo... 524 en la Segunda, que es donde ensayo…
solo necesito saber adónde vamos.
Pero no me lo dijo. Era algo de locos, así que empezamos a
discutir, y era una extraña discusión porque de algún modo yo estaba
disfrutando, simplemente por hacerle hablar a él, a Woody Allen, era como
interpretar el guión de una de sus películas. Pero no podíamos continuar así
por mucho tiempo así que al final le dije: señor, no voy a llevarle a ningún
sitio hasta que no me diga dónde. Y él dijo: “¡O arrancas el coche ahora mismo
o me bajo a buscar otro!”. De modo que al final empecé a moverme, a conducir
simplemente. Resultó que... de algún modo, esa fue la noche antes de que el
escándalo de su vida estallase. Yo lo oía murmurar con angustia, “Soon-Yi es
una egoísta, Soon-Yi es una egoísta”...
Probablemente lo que me estaba diciendo con ello era, “lo que
va a hacer Soon-Yi mañana va a arruinar mi vida, porque el escándalo de mi
relación con mi hija adoptiva de 17 años, o de 18 años, va a acabar conmigo y
con mi carrera”. Y es interesante, porque en esos momentos él estaba sintiendo
probablemente el mayor terror que había sentido en su vida, y era como si
salieran de él extrañas ondas de radio, y mi aturdido cerebro podía captarlas,
las sentía, exactamente como si hubiese encendido una radio, las oía, ¡extraño!...
Pero así es como sucedía, porque si tienes sensibilidad para esas...
misteriosas... frecuencias... la tienes y eso es todo. Fue así como encontré a ***
en ese parque. En aquel momento, llevaba
encendida la misma radio.
«The unseen forces»…
[Signorformica/Salva Pi: Entrevista originalmente publicada
en Ruta 66, 2004. Gracias muy especiales a Paul Fonfara/Painted Saints]
EL MISTERIOSO RELATO DE CÓMO GRITÉ
¡JESÚS DE LOS OJOS CHUNGOS!
¡JESÚS DE LOS OJOS CHUNGOS!
ALBUMS
FILMS
In conjunction with art
exhibit. "Includes autobiographical text, Superwhite (Another True Story),
and previously unreleased lyrics by Jim White. Also included are images of the
exhibition and photographs by Jim White." Recipient of 2014 Pushcart Prize
for short fiction story Superwhite, published in Radio Silence.
JIM WHITE LIVES HERE: http://www.jimwhite.net
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